Thursday, November 23, 2006

Fernando Trueba


Tengo montones de cosas que hacer y no pensaba resucitar este blog todavía, pero pensé que postear esto no me tomaría más de un minuto, y es demasiado notable para dejarlo pasar. Acá va:





"Yo estoy dispuesto a ser pequeñoburgués y reaccionario a cambio de poder seguir disfrutando de la vida. Y disfrutar de la vida quiere decir disfrutar del cine y todo eso.
Es como en las artes plásticas. No hay un dominio donde haya tantos impostores como en las artes plásticas. Ahí hemos llegado a un estado escandaloso: son impostores el 95%. Yo creo que en el cine mantenemos un poco de cosa, y en la literatura, más.
Pero en las artes plásticas es asombroso el desprecio al oficio. En eso la música tiene algo grande, que es que tú puedes hacer una música experimental, puedes hacer una música que aburra a las ovejas, pero para llegar a eso, tienes que tener un dominio del oficio. Incluso para eso tienes que tener un dominio del oficio. Para componer una sinfonía para bombo, horrible, que duerma a todo el auditorio, ese tipo normalmente ha estudiado veinte años de música, sabe composición, sabe armonía, toca varios instrumentos, y luego, no tiene talento, es un coñazo, o se ha equivocado de dirección.
Pero en las artes plásticas cualquier giripollas que no sabe poner un color encima de un lienzo, que no sabe tallar un milímetro de piedra, pone catorce inodoros en una galería, hace una instalación, y es un artista, un artista contemporáneo, y nadie le dice a ese giripollas que Duchamp hacía esas cosas hace ya casi un siglo y que venir ahora a pretender ser vanguardista por imitar a Duchamp en el 2001, es grotesco, es ridículo, y que más le valía ser más humilde, aprender el oficio, y luego ver lo que ocurre.
El arte tiene que ser artesanal. Tienen que tocarse las cosas con las manos. El artista tiene que saber fabricar un plato de cerámica y hacerlo bien. Y además, yo creo en la humildad en el arte. Por ejemplo, creo en el pintor que se resigna a que su cuadro lo tenga alguien, que lo cuelgue en la pared de su casa, o a que esté puesto en el exterior de un edificio público, como ocurría en el Renacimiento o en el XVIII.
Es como conocer los límites de lo que haces. Uno hace cine y tiene que decir: bueno, esto se va a poner en una sala. Los que van a ir a verlo probablemente son gente que estuvo trabajando toda la semana y van a pasar un rato el fin de semana, así que voy a tratar de hacer una película cojonuda, hacer una buena película, pero para llegar incluso a esa gente. No despreciarla y hacer una película que sólo se puede ver en un festival de cine."
La entrevista la pueden leer completa acá.