Thursday, August 24, 2006

Friday, August 04, 2006

Te tragarás la colección de casetes...

Cassettes.
O casets. Toda tu música, toda tu vida, en pilas de casets.
Entonces, grabar tu música directamente de la radio era una opción super válida; de hecho, la única opción, cuando el mercado musical en Chile era estrecho y de precios prohibitivos.




¿Alguno de ustedes recuerda lo que era eso? ¿Esperó usted, querido lector, querida lectora, hasta altas horas de la noche a que tocaran en la radio “Carolina” su tema favorito, con un dedo puesto sobre el botón de “REC” y el otro sobre el de “PLAY”? Porque, por alguna misteriosa razón, había que apretar ambos botones al mismo tiempo para que funcionara la cosa.
Y costaba horas de paciente esfuerzo pillar el tema desde el comienzo y, claro, el final siempre quedaba cortado por la superposición de la canción siguiente o de comerciales, o la voz del locutor que, en todo caso, siempre se interponía en la mitad de tu grabación diciendo algo como “Caaarolina… disssscotheque”.
Hacían eso para evitar las copias ilegales… Ja.



Los más viejos que tengo... nótese por favor el casete marca "Savoy" -¿¿qué marca era esa, por favor??- cómo intentaba imitar a un TDK. Otros más descarados, eran los casetes "KDK". El caset realmente malo, o antiguo, tenía además una especie de logo en que la frase "compact cassette" estaba como encerrada en un cuadradito.

Así fue como grabé “Rasputín”, de Boney M (después de semanas de espera), y “Tragedy”, de los Bee Gees (en un raro golpe de suerte nocturno).
Mis primeras grabaciones las hice como a los 10 años, en una radio National Panasonic negra, del tamaño y forma de un libro gordo, con manilla y antena en la parte de arriba, y un puro tocacassette. Grabé a Elvis Presley y Frank Sinatra en un caset maxell amarillo, y no me importó que fueran grabaciones de radios AM.




Casetes grabados y regrabados... Uno, copiado de la radio, para una fiesta (no sé si se percibe la fecha y la selección musical... ¡ojalá que noooo!). Nótese la evolución estética de las cintas Maxell.


Después, mis padres adquirieron un 3 en 1 Sharp (con “APSS”, auto program search system, que detectaba en las cintas, los espacios en blanco entre canciones, lo que permitía “navegar” más rápido a lo largo de las cintas… el non plus ultra de la tecnología para el usuario casero) y pude pasar a una siguiente etapa: grabar los "long play" en casetes. Para eso, entre otras muchas precauciones, había que cuidarse de sincronizar bien el comienzo de cada uno: las cintas de los casetes parten con un pedacito de celofán no grabable y, si no tenías cuidado, las primeras notas de tu disco no quedaban registradas. Además, para los vinilos, convenía comprar casetes de 46 minutos, que era lo que duraba en promedio un elepé. De lo contrario, en un caset común de 60 minutos te terminaba sobrando mucha cinta que una no sabía después con qué llenar.


Copias de long plays o de otros casetes... Una trataba de "enshularles la carátula" lo mejor que podía... Y si te sobraba mucha cinta, podías completarlo mezclando cosas tan increíbles como Eurythmics con Laurie Anderson.

Para mí fue una etapa posterior el grabar de caset a caset, aunque supongo que la tecnología ya estaba. Existían unos equipos que te permitían un grabado rápido de un caset a otro, pero se decía que la calidad de grabación bajaba bastante. Además, corrías el riesgo de que el tocacintas “se comiera” la cinta, lo que, en el peor de los casos, te obligaba a cortar el pedacito que quedaba arrugado. ¿Alguna vez pegó Ud. con scotch una cinta cortada?


Casetes originales... Ésos eran comprados con un temblor en la escuálida billetera estudiantil. No encontré el de De Kiruza, que junto con el de los Electro, pertenecen a la categoría de monumentos históricos.

Otra tragedia que podía acontecer era dejar el casete expuesto al sol o al calor – en un automóvil, por ejemplo. Cuando volvías, te encontrabas el caset torcido, imposible de hacer entrar en tu tocacintas. Pero si la cinta era de buena calidad, podías rescatarla abriendo el caset torcido, extrayendo la cinta y poniéndola en otro caset.


Casetes de bajo costo: El otro extremo. El de los Goonies, sacar tres por una luca. Lo compré a causa de los dos temas de la Cyndi Lauper que ahí aparecían. El otro, es el típico casete que te prestaron y que pese a tus esfuerzos, y por esas cosas de la vida, jamás lograste devolver.

A propósito de la calidad, había que tener cuidado de comprar casetes de marcas renombradas, como los TDK y Maxell, que tenían mejor fama que los Sony. Y entre éstos, los legendarios casetes “de cromo” o “de ferricromo”, super caros, pero que eran de mejor calidad y duraban más.


Casetes de todo tipo: Uno de 46 minutos, otro de "ferricromo" (Sony... viejísimooo!!) y uno que supuestamente era de cromo, pero que no era, finalmente.


Una de las grandes gracias de los casetes era que podías hacer compilaciones para ti o para regalar a terceros, y disfrutar mientras las ibas creando (véase, al efecto, a John Cusak, en “High Fidelity”). Cierto, ahora también se pueden hacer compilaciones en cds, pero no puedes oír lo que estás grabando. No sé… para mí, eso hace cierta diferencia.


Compilaciones que me regalaron alguna vez. Una, directamente enviada desde the United Kingdom, con una compilación de los entonces desconocidos Aztec Camera, The Icicle Works y Simple Minds. Aztec Camera y Icicle permanecieron desconocidos... El otro, me lo regaló una visitante esporádica de este blog... Amiga, sorry; nunca lo escuché demasiado.

Pero no añoro a los casets. Si es por añorar, prefiero los vinilos, objetos estupendos que había que cuidar exquisitamente si querías conservar su sonido a lo largo del tiempo; pero la verdad es que estoy feliz con los cedés, el formato mp3 y la Internet; gracias a lo cual, casi toda la música que se te ocurra –¡toda la música que se te ocurra!– está, literalmente, en la punta de tus dedos.

Casetes- testimonio, soundtracks de una época. En la caja de uno, encontré ese papelito, que una bloggera destacada en mis links, visita ilustre de este blog, sin duda reconocerá. Aunque ya tengo ambas obras en versión cedé, estos casetes no los voy a botar jamás. Lástima que no encontré el de Baglioni que, con su hojita de arce japonés en la caja, merecía el lugar destacado en esta foto.

Pero, aunque no añoro los casetes, he sido incapaz, todavía, de echar a la basura toda esa cantidad de cintas de color ferruginoso que duermen en sus estupendas valvas de plástico… a pesar de que apenas tengo un aparato donde oírlas.