Powered by Castpost
Carrete en Valparaíso, puerto principal. Antro oscuro, video de Smashing Pumpkins proyectándose en la pared; siluetas bailando como descoyuntadas.

Apoyada en un pilar, miro a mi alrededor pensando en cómo me consigo un cigarrillo. La verdad es que no fumo, pero ahí, sin tener claro a qué puedo dedicarme mientras el resto baila o se manosea en los rincones, lo único que se me ocurre es eso: fumar.
De pronto, se me acerca un chiquillo. Cabellos rucios desordenados, pelusas a medio crecer en sus mejillas todavía algo adolescentes. Brazos torneados, dorados por el sol del Puerto.
Me pregunta si quiero bailar. No le creo, pienso que hay alguna equivocación, pero él repite la pregunta. "Pero chiquillo"- le contesto - "Si tengo 39 años, eso debe ser casi el doble de tu edad."
El tipo apenas parpadea un segundo, se recompone en seguida y me dice, socarrón: "Te estoy preguntando si querís bailar"- me contesta- "no te pregunté cuántos años teníay."
Este chico sí era un tipo rudo de verdad.
Así que sí; bailamos...