Sunday, September 10, 2006

Expedición al Provincia - Resultados

Me encantaría poder contar que recién vengo llegando del cerro... que le debo un millón de pesos a la empresa de helicópteros que nos rescató, después de que el Cuerpo de Socorro Andino hubiese declarado terminadas las búsquedas. Que la aventura de pasar una semana en el cerro me hizo comprender las cosas verdaderamente importantes de la vida, y que volví menos estresada, más filosófica y con varios kilos menos, a mis labores cotidianas.
Pero claro, los sucesos reales son harto más prosaicos, aún cuando la aventura "le llevó" su cuota de suspenso y drama.
Lo primero que hay que aclarar es que no llegamos a la cima... En algún momento del trayecto, nos dimos cuenta de que la empresa estaba un poco por encima de nuestras capacidades físicas. En ese punto, Esteban, con gesto heroico, me dijo: "Sigue tú, déjame aquí... y no mires para atrás."
Cuestión que, por supuesto, hice.
Eran poco más de las dos de la tarde y estaba como a media hora de la cima. Los caminantes que venían de vuelta me decían: "nooo, si te quedan como quince minutos nomás..." Así que seguí adelante. Hasta que tropecé con una especie de cúspide de piedras amontonadas, que había que cruzar y bajar para llegar a un filo nevado. La técnica parecía ser descender como quien baja por una escalera, con el cerro de frente y el vacío a tus espaldas... Cierto, era como un metro y medio de altura, pero el suelo al que se llegaba era, simplemente, ese filo nevado.
Y me dio julepe. Andaba gente, pero no andaba mi compañero de cordada. Además, pasó entonces, de vuelta de las alturas, un guaperas que se ofreció a hacerme la foto de cuasi cumbre y que terminó de decidirme a bajar hasta donde Esteban.
Mi compañero de cordada, por cierto, no perdía el tiempo, y conversaba de lo más animosamente con Doris y Ximena, unas chicas que habían llegado hasta ahí y desistido de seguir hasta la cumbre. Entonces, saqué las latas de sopa marinera que había llevado como sorpresa, y las calentamos y las tomamos mientras esperábamos que la pareja de andinistas con que habían subido nuestras nuevas amigas bajaran de la cumbre.
Cuando llegaron, a eso de las tres y media, empezamos el descenso. Ximena iba con unas simples zapatillas de gimnasia, y de pronto perdió el control y terminó corriendo cerro abajo. Nos alcanzó a gritar: "¡no puedo parar!" antes de caerse y aterrizar con la cabeza, mientras las piernas, con el vuelo, se levantaban hacia el cielo haciéndola darse una espectacular vuelta de carnero con el cuello apoyado en una posición increíblemente antinatural.
Corrimos hasta ella, que estaba quejándose, con la cara al sol y los ojos cerrados. Tenía golpes en la frente, el ojo derecho y la nariz. El Jota, amigo de las chicas que había llegado hasta la cumbre, sacó su botiquín de andinista, y lavó los magullones de Ximena. Le dio un antiinflamatorio y esperamos un rato hasta que ella dijo que podía levantarse.
Por suerte, podía seguir caminando, aunque le dolía una rodilla. Empezamos, pues, el descenso, que fue muy lento.
La Xime, una tipa aperradísima, se quejaba, pero bajaba incluso a pesar del miedo que le daban ciertas partes un poco más resbaladizas del descenso.
En el camino de vuelta nos tocó un atardecer precioso, aunque el smog sobre Santiago llegaba a dar angustia de pensar que debíamos volver a respirar aquello.
Hasta tuve la suerte de poder fotografiar una turca mientras se arreglaba las plumas sobre una piedra, a la luz amarillenta de la tarde... y de paso, probar el zoom digital de mi cámara.
En definitiva, nos demoramos como seis horas en descender, y el último tercio lo hicimos totalmente de noche, bajo una luna diáfana, y entre cantos de grillos y tucúqueres. Por suerte, el Jota y su polola, expertos ellos, andaban con sus linternitas frontales y yo también había echado mi linternita frontal marcha shansho, que salvó bastante para la ocasión.
Con esa ayuda, la guía segura del Jota (nunca llegué a saber cómo se llamaba) y la experiencia de su polola, más el aperramiento de Doris y de la Xime (se pasó, esa cabra), llegamos sanos y salvos abajo, a eso de las nueve y media de la noche.
Moralejas de esta aventura, hay muchas; pero me parece que no interesan al propósito de este blog. Sólo diré que, descontando el accidente que nos atrasó en el descenso, bajar de noche un cerro, cuando se hace con una guía tranquila y algún grado de apoyo técnico, es algo a la vez sobrecogedor y hermoso.

13 comments:

Francisca Westphal said...

Lo pasaron súper!!! me alegro que hayas vuelto más relajada... un abrazo

Pancho revival said...

q rico, aonde queda ese cerro?, dan ganas.

esteban said...

Te demoraste señora, pero cumpliste. Y yo no me ando haciendo el lindo con nadie, es que me nace.

Paz said...

Que linda aventura. Pablo tiene una mama recontravaliente. Uno que nunca ha ido ni de camping... que gansa y fomeque se siente al lado tuyo!

Elisa de Cremona said...

y no valía la pena subir con el fotógrafo ???

Elisa de Cremona said...

lo digo sólo por ir aocmpañada

Renata said...

Nada que decir, te leo y una vez más pienso en todas las cosas que ya nunca haré y que me habría gustado intentar. A vuelto a rondar mi cabeza la idea de bucear; en la punta de un cerro me quiero morir... pero no de envidia, como ahora.

Mexxe said...

Panchita, ¡gusto de verte por acá! es cierto... lo pasamos regio y me he quedado pensando que esto de bajar cerros a oscuras no tiene por qué ser siempre debido a una mala planificación... ¿no sería choro planificar alguna excursión nocturna por el puro placer de andar de noche sin otra luz que la de la luna?
Faci, querida... claramente peso más: tú comprendes, la masa muscular que desarrollé, pesa más que la grasa... :-P
Francisco, el cerro es el famoso Provincia, cuyo acceso más común es por el camino a Farellones. Es un cerro super accesible y entrete: en la entrada sobre la "preparación" de la excursión hay un link con más info. No te quedes con las ganas...
Esteban, yo sé que lo llevas adentro, lo que me llama la atención es la forma, momento y lugar en que te brota al exterior... y mejor no sigo.
Paz, gracias por el comment... la verdad, no sé si Pablo es muy feliz cuando lo embarco en este tipo de aventuras: una noche, en la carpa, cuando tenía como tres añitos, de repente, en medio del silencio y oscuridad, me dijo: "Mamá, ¿cuándo nos vamos a volver a la casa...?" ¡Y yo que creía que lo estaba haciendo regio!
Elisa querida, ¡pero si el fotógrafo iba de bajada, pues! No lo alcancé, pero parafraseando al zorro frente a las proverbiales uvas: "no estaban maduras" (tenía una pinta de casado...)
Renata, a usted le tendré que responder en persona, pero para estas cosas no se necesita ninguna condición que Ud. no reúna. En cuanto al buceo... conversemos, pues!

Anonymous said...

Good design!
[url=http://dooytodx.com/sywo/ucks.html]My homepage[/url] | [url=http://tdmebgue.com/edjs/lvbv.html]Cool site[/url]

Anonymous said...

Well done!
My homepage | Please visit

Anonymous said...

Great work!
http://dooytodx.com/sywo/ucks.html | http://jnpzhkni.com/jgtq/fktu.html

Caliope said...

mis felicitaciones señora montañista, buenisima excursion.

Amo la montaña pero no me subiria nunca a una superior a los 2500 metros. En realidad solo han sido dos en toda mi vida.

Lo importante es soñar.

claudia

Lleida said...

muy buena!