Sunday, August 21, 2005

Nuestro primer "cara a cara" - part two

Chicas que están embarazadas, el asunto es simple:
a) Primer trimestre: vomitonas, susto, "puta, ¿sabré mudarle los pañales o le quebraré la columna al primer intento?"
b) Segundo trimestre: Life is so good! Regia, el pelo se pone lindo, si tienes suerte y no te salen manchas en la piel, andas perpetuamente con un tono tostado de pura salud (en mi caso, esto fue especialmente notable: yo que normalmente soy pálida como un hongo, me veía radiante). Sustos? siguen igual: una descubre que si es hombre o niñita da un cuete, y que de verdad, uno lo que quiere es "que sea sanito".
c) Tercer trimestre: Se empiezan a experimentar ciertos trastornos elefantiásicos (puede que empiecen mucho más tarde) y los sustos se van a la punta del cerro: ¡sáquenme esta cosa de aquí de una vez por todas, quiero poder respirar, quiero dormir de boca por las noches!!! Y en mi caso, lo que fue mi único antojo: ¡¡¡quiero poder tomarme una botella entera de cabernet sauvignon!!!
Finalmente, el día "D" llega. ¿Contracciones? Esa madrugada me despertó una sensación rara, como de retortijón en la guata, parecido al anuncio con el que se desata, horas más tarde, una "colitis fregaditis". Raro el tema, me costó darme cuenta de que eran ellas, las anunciadas contracciones, porque no eran para nada como me las imaginaba: un movimiento rápido del útero, potente como un músculo puesto a prueba.
Total que anduvieron, mis contracciones, todo el día rondándome, molestándome apenas, no más que esos dolorcillos impertinentes de cuando una está con el período. Pero la matrona dijo: "tenemos parto esta noche". Y sí, en la noche se puso más brava la cosa.
Figuraba yo en mi casa, junto con el papá de Pablo y mi mejor amiga. Mientras él se dedicaba a contar el intevalo entre contracciones, yo tomaba un baño de tina, que me habían sugerido servía para aliviar el asunto (y sirve, claro que sirve). Desde la tina, yo gritaba: "Contraccióoooon!" y el papá de Pablo anotaba cuánto tiempo había pasado desde la anterior: nos habían dicho que más que su intensidad, lo importante era su regularidad.
Cuando el intervalo se hizo regular (cosa de cuatro minutos entre una y otra) partimos a la clínica.
Se iniciaba una lluvia. Había cortezas de eucaliptos, ramas y piedritas en el camino (vivo en Peñalolén, donde hay varias calles rodeadas de ecualiptos) y el pavimento brillaba con el agua de los primeros goterones. Viento, también. Mucho viento.
Llegamos a la clínica Sara Moncada, en Pedro de Valdivia, como a eso de las 11 de la noche. Oscuro. Portón cerrado. Un nochero desganado nos pregunta que a qué venimos.
¡A qué venimos! Chicos y chicas, no es chiva. Fue lo que me preguntaron. -"¿No es una maternidad???"- me las arreglé para gritar desde el asiento de copilota, entre contracción y contracción. Nos abren el portón. Entramos a la luz lechosa de los neones en el pasillo de ingreso. Una matrona me ve entrar caminando y, de mal modo, me dice que me va a examinar, pero que sin duda, me mandará para la casa de vuelta.
Me instala en una de esas sillas obstétricas, espatarrada, y en pleno examen se rompe la bolsa de aguas. La matrona se levanta con los guantes de goma húmedos y algo ensangrentados y medio tartamudea cuando me dice "Estás en franco trabajo de parto!" Se oyen voces, pasos apurados. Se ve que en esa clínica sólo se atienden partos muy programados. Por fin, yo les he traído algo de acción.
Contracciones: Son cada vez más fuertes, pero sobre todo, agotadoras. Empieza una de a poco, como una sombra dejándose caer encima de ti, te empieza a apretar suavemente, cada vez más fuerte, llega a un punto y te sostiene ahí, un par de segundos y después te deja, se aleja sordamente. Nada de dolores agudos, sólo esa especie de presión sorda, catete, que mientras dura no te deja caminar ni echarte para aliviar su molestia. Eso son las contracciones.
Camino en la pieza que me han asignado; mi abuela me ha dicho que a ella eso la ayudó con sus dolores (sus cuatro hijos fueron sin anestesia). Además de aguantar las contracciones, tengo que aguantar la mierda, porque me han hecho un enema y la instrucción es que me lo aguante cuanto pueda. No duro mucho más de uno o dos minutos, en todo caso. Finalmente, en silla de ruedas, soy trasladada a la sala de preparto...
(To be continued!)

5 comments:

Polilla said...

Uf!! Hoy la matrona me confirmó que lo que he sentido durante la última semana son contracciones... y yo ní me había dado cuenta!!!
xxx

Mexxe said...

siii... al principio ni se sienten... y en todo caso, lo que a mí me consoló fue cachar que eran pesadas, pero no ese dolor agudo como de pincharse o cortarse o que te duela un diente... eso las hace más "soportables!"

Anonymous said...

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