Sunday, December 24, 2006
Un post navideño
Hacer regalos.
Este año alguien de mi familia sugirió que no nos hiciéramos regalos entre los adultos y que nos concentráramos en los niños solamente. La idea prendió como fuego y es así como hoy, en unas horas más y por primera vez desde que empecé a participar como regaladora activa (y no sólo como receptora de presentes), nuestro árbol navideño no tendrá a sus pies regalos de los grandes para los grandes.
Lo hallo terrible de fome.
Puedo entender que detrás de una tal iniciativa haya no sólo las razones presupuestarias, sino también el deseo de evitarse los atochamientos, el gentío y la confusión de las compras en temporada prenavideña; ahorrarse el esfuerzo de tener que pensar “qué le regalo a tal personaje” y hasta una rebelión frente al consumismo desatado de la navidad, tanto en su vertiente anti-establishment como católica (“que ese no es el verdadero sentido de la Navidad”.)
Pero reconozcamos que es fome.
Y no lo digo sólo porque me encanta recibir regalos, que harto de eso hay, sino sobre todo, porque me encanta hacerlos.
Quizás el argumento que menos puedo entender es ése de “no regalar para evitar tener que pensar qué regalar”. Es cierto, hay gente a la que resulta difícil encontrarle un buen regalo. Yo confieso que muchas veces, y tras infructuosas cavilaciones, he terminado regalando la consabida polerita de piqué, la inefable cajita de chocolates, el ubicuo whisky o Bailey’s. Regalos fomes, que sólo revelan una derrota de mi imaginación (nota bene: ¿no les parece que a los hombres es especialmente difícil hallarles un regalo?).
Pero ¿cómo no va a ser entretenido pensar en un regalo apropiado para cierta persona determinada? Una plantita, entradas para el cine, un marco de fotos, el DVD de una película antigua…
Entiéndaseme bien: no estoy haciendo el reproche de “si te da lata, es porque no eres capaz de tomarte el trabajo de pensar en esa persona a la que dices que quieres”; no se trata de eso. Se trata de reivindicar que, simplemente, es ENTRETENIDO imaginar regalos para las personas que queremos; o simplemente, la gente que nos rodea.
Yo sé que el “sentido de la navidad” es otro, y que este frenesí por hacer regalos se traduce en un frenesí de compras y en pingües ganancias para los comerciantes. ¿Es eso malo? Por una vez en el año, ¿está mal comprar montones de cosas para toda esa gente que nos rodea?
Porque, seamos sinceros, usualmente no nos damos el tiempo ni la plata para andar haciéndoles regalos a nuestros seres queridos, excepto con ocasión del cumpleaños. ¿No es como poco, un regalo al año, para alguien a quien queremos?
Supongo que se entenderá que no pretendo levantar la idea de que “los objetos materiales” son esenciales para mantener una relación ni ninguna payasada por el estilo. Tampoco que la Navidad no sea el momento propicio para ser generosos hacia otros, hacia personas más necesitadas (aunque el tema de la caridad tiene sus espinas… pero es, en todo caso, demasiado extenso para este post).
Yo digo que hay que regalarse más y que la tradición navideña es una oportunidad que no hay que desperdiciar. Creo que hay que devolverle a los regalos su carácter de fiesta, su cualidad sorprendente, su naturaleza expresiva de afecto. Y que hay que recibir los regalos con alborozo. Como niños. Como cuando éramos niños.
Este año alguien de mi familia sugirió que no nos hiciéramos regalos entre los adultos y que nos concentráramos en los niños solamente. La idea prendió como fuego y es así como hoy, en unas horas más y por primera vez desde que empecé a participar como regaladora activa (y no sólo como receptora de presentes), nuestro árbol navideño no tendrá a sus pies regalos de los grandes para los grandes.
Lo hallo terrible de fome.
Puedo entender que detrás de una tal iniciativa haya no sólo las razones presupuestarias, sino también el deseo de evitarse los atochamientos, el gentío y la confusión de las compras en temporada prenavideña; ahorrarse el esfuerzo de tener que pensar “qué le regalo a tal personaje” y hasta una rebelión frente al consumismo desatado de la navidad, tanto en su vertiente anti-establishment como católica (“que ese no es el verdadero sentido de la Navidad”.)
Pero reconozcamos que es fome.
Y no lo digo sólo porque me encanta recibir regalos, que harto de eso hay, sino sobre todo, porque me encanta hacerlos.
Quizás el argumento que menos puedo entender es ése de “no regalar para evitar tener que pensar qué regalar”. Es cierto, hay gente a la que resulta difícil encontrarle un buen regalo. Yo confieso que muchas veces, y tras infructuosas cavilaciones, he terminado regalando la consabida polerita de piqué, la inefable cajita de chocolates, el ubicuo whisky o Bailey’s. Regalos fomes, que sólo revelan una derrota de mi imaginación (nota bene: ¿no les parece que a los hombres es especialmente difícil hallarles un regalo?).
Pero ¿cómo no va a ser entretenido pensar en un regalo apropiado para cierta persona determinada? Una plantita, entradas para el cine, un marco de fotos, el DVD de una película antigua…
Entiéndaseme bien: no estoy haciendo el reproche de “si te da lata, es porque no eres capaz de tomarte el trabajo de pensar en esa persona a la que dices que quieres”; no se trata de eso. Se trata de reivindicar que, simplemente, es ENTRETENIDO imaginar regalos para las personas que queremos; o simplemente, la gente que nos rodea.
Yo sé que el “sentido de la navidad” es otro, y que este frenesí por hacer regalos se traduce en un frenesí de compras y en pingües ganancias para los comerciantes. ¿Es eso malo? Por una vez en el año, ¿está mal comprar montones de cosas para toda esa gente que nos rodea?
Porque, seamos sinceros, usualmente no nos damos el tiempo ni la plata para andar haciéndoles regalos a nuestros seres queridos, excepto con ocasión del cumpleaños. ¿No es como poco, un regalo al año, para alguien a quien queremos?
Supongo que se entenderá que no pretendo levantar la idea de que “los objetos materiales” son esenciales para mantener una relación ni ninguna payasada por el estilo. Tampoco que la Navidad no sea el momento propicio para ser generosos hacia otros, hacia personas más necesitadas (aunque el tema de la caridad tiene sus espinas… pero es, en todo caso, demasiado extenso para este post).
Yo digo que hay que regalarse más y que la tradición navideña es una oportunidad que no hay que desperdiciar. Creo que hay que devolverle a los regalos su carácter de fiesta, su cualidad sorprendente, su naturaleza expresiva de afecto. Y que hay que recibir los regalos con alborozo. Como niños. Como cuando éramos niños.
Wednesday, December 13, 2006
A propósito de un funeral...
El Presidente Allende fue quien nombró a Pinochet comandante en jefe del Ejército. Ese era su único título legítimo y por eso en su funeral se le rindieron los honores de tal, a pesar de que a su muerte se encontraba desaforado y procesado por crímenes de lesa humanidad. Tolerando que se le rindieran esos honores, el gobierno ya hizo demasiado: que se den con una piedra en las muelas los miembros de su delirante fan club.
Ah, por cierto, al Presidente Salvador Allende no se le enterró con los honores de jefe de Estado.
Ni siquiera se permitió que su familia -excepto Hortensia Bussi- asistiera a las exequias: Pinochet no lo permitió.
El comandante Roberto Sánchez recuerda (Revista ANALISIS): "Cuando llegamos con el ataúd sellado ya estaba abierto el mausoleo y cavada la tumba. Tomamos el féretro los dos hermanos Grove, los sepultureros, no más de seis, y yo. Lo bajamos. Cada uno de nosotros echó un puñado de tierra. Estábamos todos pálidos, desencajados, no habíamos dormido. A la distancia observaba un jefe de la Armada. Los sepultureros siguieron paleando el terreno y cuando la faena estuvo terminada, en medio de un completo silencio, la señora [Hortensia Bussi] tomó unas flores y dijo: "Que todos los que están presentes sepan que aquí se ha enterrado al Presidente Constitucional de Chile", y puso las flores sobre su tumba. (Mónica González.)
Como dijo mi abuela: Que Dios se apiade de tu alma, Augusto José Ramón.
Ah, por cierto, al Presidente Salvador Allende no se le enterró con los honores de jefe de Estado.
Ni siquiera se permitió que su familia -excepto Hortensia Bussi- asistiera a las exequias: Pinochet no lo permitió.
El comandante Roberto Sánchez recuerda (Revista ANALISIS): "Cuando llegamos con el ataúd sellado ya estaba abierto el mausoleo y cavada la tumba. Tomamos el féretro los dos hermanos Grove, los sepultureros, no más de seis, y yo. Lo bajamos. Cada uno de nosotros echó un puñado de tierra. Estábamos todos pálidos, desencajados, no habíamos dormido. A la distancia observaba un jefe de la Armada. Los sepultureros siguieron paleando el terreno y cuando la faena estuvo terminada, en medio de un completo silencio, la señora [Hortensia Bussi] tomó unas flores y dijo: "Que todos los que están presentes sepan que aquí se ha enterrado al Presidente Constitucional de Chile", y puso las flores sobre su tumba. (Mónica González.)
Como dijo mi abuela: Que Dios se apiade de tu alma, Augusto José Ramón.
Tuesday, December 05, 2006
Cabernet
Hoy me dije que iba a salir a trotar.
En lugar de eso me tomé copa y media de vino tinto.
Sano igual, ¿no?
En lugar de eso me tomé copa y media de vino tinto.
Sano igual, ¿no?
Thursday, November 23, 2006
Fernando Trueba
Tengo montones de cosas que hacer y no pensaba resucitar este blog todavía, pero pensé que postear esto no me tomaría más de un minuto, y es demasiado notable para dejarlo pasar. Acá va:
"Yo estoy dispuesto a ser pequeñoburgués y reaccionario a cambio de poder seguir disfrutando de la vida. Y disfrutar de la vida quiere decir disfrutar del cine y todo eso.La entrevista la pueden leer completa acá.
Es como en las artes plásticas. No hay un dominio donde haya tantos impostores como en las artes plásticas. Ahí hemos llegado a un estado escandaloso: son impostores el 95%. Yo creo que en el cine mantenemos un poco de cosa, y en la literatura, más.
Pero en las artes plásticas es asombroso el desprecio al oficio. En eso la música tiene algo grande, que es que tú puedes hacer una música experimental, puedes hacer una música que aburra a las ovejas, pero para llegar a eso, tienes que tener un dominio del oficio. Incluso para eso tienes que tener un dominio del oficio. Para componer una sinfonía para bombo, horrible, que duerma a todo el auditorio, ese tipo normalmente ha estudiado veinte años de música, sabe composición, sabe armonía, toca varios instrumentos, y luego, no tiene talento, es un coñazo, o se ha equivocado de dirección.
Pero en las artes plásticas cualquier giripollas que no sabe poner un color encima de un lienzo, que no sabe tallar un milímetro de piedra, pone catorce inodoros en una galería, hace una instalación, y es un artista, un artista contemporáneo, y nadie le dice a ese giripollas que Duchamp hacía esas cosas hace ya casi un siglo y que venir ahora a pretender ser vanguardista por imitar a Duchamp en el 2001, es grotesco, es ridículo, y que más le valía ser más humilde, aprender el oficio, y luego ver lo que ocurre.
El arte tiene que ser artesanal. Tienen que tocarse las cosas con las manos. El artista tiene que saber fabricar un plato de cerámica y hacerlo bien. Y además, yo creo en la humildad en el arte. Por ejemplo, creo en el pintor que se resigna a que su cuadro lo tenga alguien, que lo cuelgue en la pared de su casa, o a que esté puesto en el exterior de un edificio público, como ocurría en el Renacimiento o en el XVIII.
Es como conocer los límites de lo que haces. Uno hace cine y tiene que decir: bueno, esto se va a poner en una sala. Los que van a ir a verlo probablemente son gente que estuvo trabajando toda la semana y van a pasar un rato el fin de semana, así que voy a tratar de hacer una película cojonuda, hacer una buena película, pero para llegar incluso a esa gente. No despreciarla y hacer una película que sólo se puede ver en un festival de cine."
Monday, October 02, 2006
Thursday, September 14, 2006
Amanda
Hacía tiempo que no visitaba algunos blogs que eran mis viejos favoritos. Por eso quedé tan devastada cuando hace poco visité a la Pancha.
Pancha, este post es para ti. No tengo idea de qué estoy escribiendo, no sé qué palabras van a venir a continuación, pero necesitaba escribirte algo y que fuera público. ¿Por qué? No sé, son muchas las sensaciones que me andan adentro ahora, pero una de ellas es incomodidad por no haber sabido antes esto que estás viviendo.
¿Será que en el fondo, incluso una tipa agnóstica como yo, tiene la poco racional convicción de que, si hubiera "estado contigo desde antes", mis plegarias, buenas vibras o pensamientos hacia ustedes habrían colaborado desde antes en este camino que recorres? No sé... quisiera haber estado contigo aún virtualmente, desde antes.
Pero también quiero decirte cuán tremendo, cuán extraordinario me parece todo lo que has escrito. Extraordinario primero por esa fortaleza de montaña que demuestras, esa determinación de leona madre, esa ternura de diosa-madre. Te leo y cada palabra es exacta, calza con precisión en el modelo de generosidad, entrega, emocionalidad y valentía que todos tenemos en la cabeza, pero que pocos seríamos capaces de seguir.
Pero también es tremendo lo que has escrito porque... pucha, yo sé que escribes bien, pero esta vez has hecho que me sienta "ahí" y, sobre todo, me has hecho vivir también tus emociones.
Y fue fuerte. Super fuerte. Yo he reído a mandíbula batiente con los blogs; también me he enojado, me he interesado, me he aburrido, me he apenado, me he entusiasmado.
Pero nunca se me habían llenado los ojos de lágrimas.
He puesto por fin el link a tu blog bajo el título de "Amanda", en la esperanza de que cuantos más te visitemos, cuantos más sumen sus pensamientos y emociones del lado de Amanda, más pronto podrás tenerla sonriente, toda tibiecita y perfumada a bebé, ahí en tus brazos.
Es que no sé qué más puedo hacer...
Pancha, este post es para ti. No tengo idea de qué estoy escribiendo, no sé qué palabras van a venir a continuación, pero necesitaba escribirte algo y que fuera público. ¿Por qué? No sé, son muchas las sensaciones que me andan adentro ahora, pero una de ellas es incomodidad por no haber sabido antes esto que estás viviendo.
¿Será que en el fondo, incluso una tipa agnóstica como yo, tiene la poco racional convicción de que, si hubiera "estado contigo desde antes", mis plegarias, buenas vibras o pensamientos hacia ustedes habrían colaborado desde antes en este camino que recorres? No sé... quisiera haber estado contigo aún virtualmente, desde antes.
Pero también quiero decirte cuán tremendo, cuán extraordinario me parece todo lo que has escrito. Extraordinario primero por esa fortaleza de montaña que demuestras, esa determinación de leona madre, esa ternura de diosa-madre. Te leo y cada palabra es exacta, calza con precisión en el modelo de generosidad, entrega, emocionalidad y valentía que todos tenemos en la cabeza, pero que pocos seríamos capaces de seguir.
Pero también es tremendo lo que has escrito porque... pucha, yo sé que escribes bien, pero esta vez has hecho que me sienta "ahí" y, sobre todo, me has hecho vivir también tus emociones.
Y fue fuerte. Super fuerte. Yo he reído a mandíbula batiente con los blogs; también me he enojado, me he interesado, me he aburrido, me he apenado, me he entusiasmado.
Pero nunca se me habían llenado los ojos de lágrimas.
He puesto por fin el link a tu blog bajo el título de "Amanda", en la esperanza de que cuantos más te visitemos, cuantos más sumen sus pensamientos y emociones del lado de Amanda, más pronto podrás tenerla sonriente, toda tibiecita y perfumada a bebé, ahí en tus brazos.
Es que no sé qué más puedo hacer...
Sunday, September 10, 2006
Expedición al Provincia - Resultados
Me encantaría poder contar que recién vengo llegando del cerro... que le debo un millón de pesos a la empresa de helicópteros que nos rescató, después de que el Cuerpo de Socorro Andino hubiese declarado terminadas las búsquedas. Que la aventura de pasar una semana en el cerro me hizo comprender las cosas verdaderamente importantes de la vida, y que volví menos estresada, más filosófica y con varios kilos menos, a mis labores cotidianas.
Pero claro, los sucesos reales son harto más prosaicos, aún cuando la aventura "le llevó" su cuota de suspenso y drama.
Lo primero que hay que aclarar es que no llegamos a la cima... En algún momento del trayecto, nos dimos cuenta de que la empresa estaba un poco por encima de nuestras capacidades físicas. En ese punto, Esteban, con gesto heroico, me dijo: "Sigue tú, déjame aquí... y no mires para atrás."
Cuestión que, por supuesto, hice.
Eran poco más de las dos de la tarde y estaba como a media hora de la cima. Los caminantes que venían de vuelta me decían: "nooo, si te quedan como quince minutos nomás..." Así que seguí adelante. Hasta que tropecé con una especie de cúspide de piedras amontonadas, que había que cruzar y bajar para llegar a un filo nevado. La técnica parecía ser descender como quien baja por una escalera, con el cerro de frente y el vacío a tus espaldas... Cierto, era como un metro y medio de altura, pero el suelo al que se llegaba era, simplemente, ese filo nevado.
Y me dio julepe. Andaba gente, pero no andaba mi compañero de cordada. Además, pasó entonces, de vuelta de las alturas, un guaperas que se ofreció a hacerme la foto de cuasi cumbre y que terminó de decidirme a bajar hasta donde Esteban.
Mi compañero de cordada, por cierto, no perdía el tiempo, y conversaba de lo más animosamente con Doris y Ximena, unas chicas que habían llegado hasta ahí y desistido de seguir hasta la cumbre. Entonces, saqué las latas de sopa marinera que había llevado como sorpresa, y las calentamos y las tomamos mientras esperábamos que la pareja de andinistas con que habían subido nuestras nuevas amigas bajaran de la cumbre.
Cuando llegaron, a eso de las tres y media, empezamos el descenso. Ximena iba con unas simples zapatillas de gimnasia, y de pronto perdió el control y terminó corriendo cerro abajo. Nos alcanzó a gritar: "¡no puedo parar!" antes de caerse y aterrizar con la cabeza, mientras las piernas, con el vuelo, se levantaban hacia el cielo haciéndola darse una espectacular vuelta de carnero con el cuello apoyado en una posición increíblemente antinatural.
Corrimos hasta ella, que estaba quejándose, con la cara al sol y los ojos cerrados. Tenía golpes en la frente, el ojo derecho y la nariz. El Jota, amigo de las chicas que había llegado hasta la cumbre, sacó su botiquín de andinista, y lavó los magullones de Ximena. Le dio un antiinflamatorio y esperamos un rato hasta que ella dijo que podía levantarse.
Por suerte, podía seguir caminando, aunque le dolía una rodilla. Empezamos, pues, el descenso, que fue muy lento.
La Xime, una tipa aperradísima, se quejaba, pero bajaba incluso a pesar del miedo que le daban ciertas partes un poco más resbaladizas del descenso.
En el camino de vuelta nos tocó un atardecer precioso, aunque el smog sobre Santiago llegaba a dar angustia de pensar que debíamos volver a respirar aquello.
Hasta tuve la suerte de poder fotografiar una turca mientras se arreglaba las plumas sobre una piedra, a la luz amarillenta de la tarde... y de paso, probar el zoom digital de mi cámara.
En definitiva, nos demoramos como seis horas en descender, y el último tercio lo hicimos totalmente de noche, bajo una luna diáfana, y entre cantos de grillos y tucúqueres. Por suerte, el Jota y su polola, expertos ellos, andaban con sus linternitas frontales y yo también había echado mi linternita frontal marcha shansho, que salvó bastante para la ocasión.
Con esa ayuda, la guía segura del Jota (nunca llegué a saber cómo se llamaba) y la experiencia de su polola, más el aperramiento de Doris y de la Xime (se pasó, esa cabra), llegamos sanos y salvos abajo, a eso de las nueve y media de la noche.
Moralejas de esta aventura, hay muchas; pero me parece que no interesan al propósito de este blog. Sólo diré que, descontando el accidente que nos atrasó en el descenso, bajar de noche un cerro, cuando se hace con una guía tranquila y algún grado de apoyo técnico, es algo a la vez sobrecogedor y hermoso.
Pero claro, los sucesos reales son harto más prosaicos, aún cuando la aventura "le llevó" su cuota de suspenso y drama.
Lo primero que hay que aclarar es que no llegamos a la cima... En algún momento del trayecto, nos dimos cuenta de que la empresa estaba un poco por encima de nuestras capacidades físicas. En ese punto, Esteban, con gesto heroico, me dijo: "Sigue tú, déjame aquí... y no mires para atrás."
Cuestión que, por supuesto, hice.
Eran poco más de las dos de la tarde y estaba como a media hora de la cima. Los caminantes que venían de vuelta me decían: "nooo, si te quedan como quince minutos nomás..." Así que seguí adelante. Hasta que tropecé con una especie de cúspide de piedras amontonadas, que había que cruzar y bajar para llegar a un filo nevado. La técnica parecía ser descender como quien baja por una escalera, con el cerro de frente y el vacío a tus espaldas... Cierto, era como un metro y medio de altura, pero el suelo al que se llegaba era, simplemente, ese filo nevado.
Y me dio julepe. Andaba gente, pero no andaba mi compañero de cordada. Además, pasó entonces, de vuelta de las alturas, un guaperas que se ofreció a hacerme la foto de cuasi cumbre y que terminó de decidirme a bajar hasta donde Esteban.
Mi compañero de cordada, por cierto, no perdía el tiempo, y conversaba de lo más animosamente con Doris y Ximena, unas chicas que habían llegado hasta ahí y desistido de seguir hasta la cumbre. Entonces, saqué las latas de sopa marinera que había llevado como sorpresa, y las calentamos y las tomamos mientras esperábamos que la pareja de andinistas con que habían subido nuestras nuevas amigas bajaran de la cumbre.
Cuando llegaron, a eso de las tres y media, empezamos el descenso. Ximena iba con unas simples zapatillas de gimnasia, y de pronto perdió el control y terminó corriendo cerro abajo. Nos alcanzó a gritar: "¡no puedo parar!" antes de caerse y aterrizar con la cabeza, mientras las piernas, con el vuelo, se levantaban hacia el cielo haciéndola darse una espectacular vuelta de carnero con el cuello apoyado en una posición increíblemente antinatural.
Corrimos hasta ella, que estaba quejándose, con la cara al sol y los ojos cerrados. Tenía golpes en la frente, el ojo derecho y la nariz. El Jota, amigo de las chicas que había llegado hasta la cumbre, sacó su botiquín de andinista, y lavó los magullones de Ximena. Le dio un antiinflamatorio y esperamos un rato hasta que ella dijo que podía levantarse.
Por suerte, podía seguir caminando, aunque le dolía una rodilla. Empezamos, pues, el descenso, que fue muy lento.
La Xime, una tipa aperradísima, se quejaba, pero bajaba incluso a pesar del miedo que le daban ciertas partes un poco más resbaladizas del descenso.
En el camino de vuelta nos tocó un atardecer precioso, aunque el smog sobre Santiago llegaba a dar angustia de pensar que debíamos volver a respirar aquello.
Hasta tuve la suerte de poder fotografiar una turca mientras se arreglaba las plumas sobre una piedra, a la luz amarillenta de la tarde... y de paso, probar el zoom digital de mi cámara.
En definitiva, nos demoramos como seis horas en descender, y el último tercio lo hicimos totalmente de noche, bajo una luna diáfana, y entre cantos de grillos y tucúqueres. Por suerte, el Jota y su polola, expertos ellos, andaban con sus linternitas frontales y yo también había echado mi linternita frontal marcha shansho, que salvó bastante para la ocasión.
Con esa ayuda, la guía segura del Jota (nunca llegué a saber cómo se llamaba) y la experiencia de su polola, más el aperramiento de Doris y de la Xime (se pasó, esa cabra), llegamos sanos y salvos abajo, a eso de las nueve y media de la noche.
Moralejas de esta aventura, hay muchas; pero me parece que no interesan al propósito de este blog. Sólo diré que, descontando el accidente que nos atrasó en el descenso, bajar de noche un cerro, cuando se hace con una guía tranquila y algún grado de apoyo técnico, es algo a la vez sobrecogedor y hermoso.
Saturday, September 02, 2006
Expedición al Provincia - Preparación
La meta: Esta vez sí, llegar a la cumbre del Provincia.
¿Cómo? Ah, la empresa es difícil... Ya lo intentamos una vez, en abril, sin éxito. Pero esta vez, Esteban dice que está en mejor estado físico que en nuestro intento anterior, y por mi parte le he prometido que sí, que mañana llegaré a las 8 y media en punto al lugar de encuentro. Pienso que, con esos puntos resueltos, nuestra arriesgadísima expedición tiene probabilidades de éxito.
El plan es partir a eso de las nueve de la mañana. Serán por lo menos seis horas de ascenso, y esperamos encontrar nieve, tal vez ya desde el Alto del Naranjo.
Provisiones: Sandwiches, chocolates y agua, harta agua.
Nótese las hamburguesas light, el queso cheddar y muzzarella, y el pan integral.
Como se puede apreciar, la cantidad de comida nos permitiría pasar el fin de semana en la montaña... Lo cual está bien, porque si requerimos del cuerpo de socorro andino, sería super humillante que en la nota periodística del día siguiente nos trataran de inexpertos y poco preparados...
En plena preparación de los sandwiches, se me ocurrió ponerles un poquitito de ají verde...
... y no pude resistir comprar estas dos latas: Son una sorpresa para Esteban y un premio para tomarnos algo sabroso y calientito en la cumbre, o a la bajada, en el Alto del Naranjo.
Aunque suponga cargar también el pequeño anafre y el baloncito de gas en mi mochila.
Como espero que haya nieve, me llevo mis cubrepantalones impermeables, aunque hagan ene bulto... pero es que sólo los he estrenado una vez antes!
También, y por las mismas razones, mi parka de Ultrex (presupuesto no alcanza para el Goretex...). Frío no pienso pasar.
Llevo mis fieles calzas de algodón stretch y dos recambios de calcetines, pensando en que la nieve igual me va a entrar a los pies, y que una vez de vuelta en el Alto del Naranjo, será super agradable cambiarse a calcetines secos...
Los bototos serán protegidos con harta grasa de caballo.
Y claro, "equipo de apoyo", en el que destacan el imprescindible rollito de confort, las baby wipes y el gel desinfectante (sí, ¡mina! ¿y qué?), y cosas más obvias, como gafas oscuras, bloqueador solar, una pinza y un botiquín con una vendita elástica (¡sería muy mala cuea que llegáramos a necesitar dos!) y una linterna frontal.
Nótese que la gorra con visera beige es lo único que se sale de tono en mi super fashion equipo, en que predomina el rojo con toques de gris muy elegante.... bueno, no todo podía ser perfecto.
Bien, ése es el equipo.
En cuanto a la ruta, será la normal desde el puente Ñilhue, en el camino a Farellones. Ojalá hacerla en 3 horas hasta el Alto del Naranjo, y almorzar ahí. Después, tomarnos otras 3 horas hasta la cumbre, lo cual supone llegar a eso de las 3 de la tarde, y empezar a retornar a más tardar a las 3 y media. Supuestamente, estos timings son holgados, pero estamos en invierno y oscurece más temprano.
De todos modos, aplicaremos nuestra regla que, llegadas las tres de la tarde, nos ponemos a bajar donde sea que estemos.
Bueno, ahora me voy a dormir. Tengo que levantarme temprano mañana.
Ya les cuento cómo nos va.
¿Cómo? Ah, la empresa es difícil... Ya lo intentamos una vez, en abril, sin éxito. Pero esta vez, Esteban dice que está en mejor estado físico que en nuestro intento anterior, y por mi parte le he prometido que sí, que mañana llegaré a las 8 y media en punto al lugar de encuentro. Pienso que, con esos puntos resueltos, nuestra arriesgadísima expedición tiene probabilidades de éxito.
El plan es partir a eso de las nueve de la mañana. Serán por lo menos seis horas de ascenso, y esperamos encontrar nieve, tal vez ya desde el Alto del Naranjo.
Provisiones: Sandwiches, chocolates y agua, harta agua.
Nótese las hamburguesas light, el queso cheddar y muzzarella, y el pan integral.
Como se puede apreciar, la cantidad de comida nos permitiría pasar el fin de semana en la montaña... Lo cual está bien, porque si requerimos del cuerpo de socorro andino, sería super humillante que en la nota periodística del día siguiente nos trataran de inexpertos y poco preparados...
En plena preparación de los sandwiches, se me ocurrió ponerles un poquitito de ají verde...
... y no pude resistir comprar estas dos latas: Son una sorpresa para Esteban y un premio para tomarnos algo sabroso y calientito en la cumbre, o a la bajada, en el Alto del Naranjo.
Aunque suponga cargar también el pequeño anafre y el baloncito de gas en mi mochila.
Como espero que haya nieve, me llevo mis cubrepantalones impermeables, aunque hagan ene bulto... pero es que sólo los he estrenado una vez antes!
También, y por las mismas razones, mi parka de Ultrex (presupuesto no alcanza para el Goretex...). Frío no pienso pasar.
Llevo mis fieles calzas de algodón stretch y dos recambios de calcetines, pensando en que la nieve igual me va a entrar a los pies, y que una vez de vuelta en el Alto del Naranjo, será super agradable cambiarse a calcetines secos...
Los bototos serán protegidos con harta grasa de caballo.
Y claro, "equipo de apoyo", en el que destacan el imprescindible rollito de confort, las baby wipes y el gel desinfectante (sí, ¡mina! ¿y qué?), y cosas más obvias, como gafas oscuras, bloqueador solar, una pinza y un botiquín con una vendita elástica (¡sería muy mala cuea que llegáramos a necesitar dos!) y una linterna frontal.
Nótese que la gorra con visera beige es lo único que se sale de tono en mi super fashion equipo, en que predomina el rojo con toques de gris muy elegante.... bueno, no todo podía ser perfecto.
Bien, ése es el equipo.
En cuanto a la ruta, será la normal desde el puente Ñilhue, en el camino a Farellones. Ojalá hacerla en 3 horas hasta el Alto del Naranjo, y almorzar ahí. Después, tomarnos otras 3 horas hasta la cumbre, lo cual supone llegar a eso de las 3 de la tarde, y empezar a retornar a más tardar a las 3 y media. Supuestamente, estos timings son holgados, pero estamos en invierno y oscurece más temprano.
De todos modos, aplicaremos nuestra regla que, llegadas las tres de la tarde, nos ponemos a bajar donde sea que estemos.
Bueno, ahora me voy a dormir. Tengo que levantarme temprano mañana.
Ya les cuento cómo nos va.
Thursday, August 24, 2006
Friday, August 04, 2006
Te tragarás la colección de casetes...
Cassettes.
O casets. Toda tu música, toda tu vida, en pilas de casets.
Entonces, grabar tu música directamente de la radio era una opción super válida; de hecho, la única opción, cuando el mercado musical en Chile era estrecho y de precios prohibitivos.
O casets. Toda tu música, toda tu vida, en pilas de casets.
Entonces, grabar tu música directamente de la radio era una opción super válida; de hecho, la única opción, cuando el mercado musical en Chile era estrecho y de precios prohibitivos.
¿Alguno de ustedes recuerda lo que era eso? ¿Esperó usted, querido lector, querida lectora, hasta altas horas de la noche a que tocaran en la radio “Carolina” su tema favorito, con un dedo puesto sobre el botón de “REC” y el otro sobre el de “PLAY”? Porque, por alguna misteriosa razón, había que apretar ambos botones al mismo tiempo para que funcionara la cosa.
Y costaba horas de paciente esfuerzo pillar el tema desde el comienzo y, claro, el final siempre quedaba cortado por la superposición de la canción siguiente o de comerciales, o la voz del locutor que, en todo caso, siempre se interponía en la mitad de tu grabación diciendo algo como “Caaarolina… disssscotheque”.
Hacían eso para evitar las copias ilegales… Ja.
Y costaba horas de paciente esfuerzo pillar el tema desde el comienzo y, claro, el final siempre quedaba cortado por la superposición de la canción siguiente o de comerciales, o la voz del locutor que, en todo caso, siempre se interponía en la mitad de tu grabación diciendo algo como “Caaarolina… disssscotheque”.
Hacían eso para evitar las copias ilegales… Ja.
Los más viejos que tengo... nótese por favor el casete marca "Savoy" -¿¿qué marca era esa, por favor??- cómo intentaba imitar a un TDK. Otros más descarados, eran los casetes "KDK". El caset realmente malo, o antiguo, tenía además una especie de logo en que la frase "compact cassette" estaba como encerrada en un cuadradito.
Así fue como grabé “Rasputín”, de Boney M (después de semanas de espera), y “Tragedy”, de los Bee Gees (en un raro golpe de suerte nocturno).
Mis primeras grabaciones las hice como a los 10 años, en una radio National Panasonic negra, del tamaño y forma de un libro gordo, con manilla y antena en la parte de arriba, y un puro tocacassette. Grabé a Elvis Presley y Frank Sinatra en un caset maxell amarillo, y no me importó que fueran grabaciones de radios AM.
Mis primeras grabaciones las hice como a los 10 años, en una radio National Panasonic negra, del tamaño y forma de un libro gordo, con manilla y antena en la parte de arriba, y un puro tocacassette. Grabé a Elvis Presley y Frank Sinatra en un caset maxell amarillo, y no me importó que fueran grabaciones de radios AM.
Casetes grabados y regrabados... Uno, copiado de la radio, para una fiesta (no sé si se percibe la fecha y la selección musical... ¡ojalá que noooo!). Nótese la evolución estética de las cintas Maxell.
Después, mis padres adquirieron un 3 en 1 Sharp (con “APSS”, auto program search system, que detectaba en las cintas, los espacios en blanco entre canciones, lo que permitía “navegar” más rápido a lo largo de las cintas… el non plus ultra de la tecnología para el usuario casero) y pude pasar a una siguiente etapa: grabar los "long play" en casetes. Para eso, entre otras muchas precauciones, había que cuidarse de sincronizar bien el comienzo de cada uno: las cintas de los casetes parten con un pedacito de celofán no grabable y, si no tenías cuidado, las primeras notas de tu disco no quedaban registradas. Además, para los vinilos, convenía comprar casetes de 46 minutos, que era lo que duraba en promedio un elepé. De lo contrario, en un caset común de 60 minutos te terminaba sobrando mucha cinta que una no sabía después con qué llenar.
Copias de long plays o de otros casetes... Una trataba de "enshularles la carátula" lo mejor que podía... Y si te sobraba mucha cinta, podías completarlo mezclando cosas tan increíbles como Eurythmics con Laurie Anderson.
Casetes originales... Ésos eran comprados con un temblor en la escuálida billetera estudiantil. No encontré el de De Kiruza, que junto con el de los Electro, pertenecen a la categoría de monumentos históricos.
Casetes de bajo costo: El otro extremo. El de los Goonies, sacar tres por una luca. Lo compré a causa de los dos temas de la Cyndi Lauper que ahí aparecían. El otro, es el típico casete que te prestaron y que pese a tus esfuerzos, y por esas cosas de la vida, jamás lograste devolver.
A propósito de la calidad, había que tener cuidado de comprar casetes de marcas renombradas, como los TDK y Maxell, que tenían mejor fama que los Sony. Y entre éstos, los legendarios casetes “de cromo” o “de ferricromo”, super caros, pero que eran de mejor calidad y duraban más.
Casetes de todo tipo: Uno de 46 minutos, otro de "ferricromo" (Sony... viejísimooo!!) y uno que supuestamente era de cromo, pero que no era, finalmente.
Una de las grandes gracias de los casetes era que podías hacer compilaciones para ti o para regalar a terceros, y disfrutar mientras las ibas creando (véase, al efecto, a John Cusak, en “High Fidelity”). Cierto, ahora también se pueden hacer compilaciones en cds, pero no puedes oír lo que estás grabando. No sé… para mí, eso hace cierta diferencia.
Compilaciones que me regalaron alguna vez. Una, directamente enviada desde the United Kingdom, con una compilación de los entonces desconocidos Aztec Camera, The Icicle Works y Simple Minds. Aztec Camera y Icicle permanecieron desconocidos... El otro, me lo regaló una visitante esporádica de este blog... Amiga, sorry; nunca lo escuché demasiado.
Casetes- testimonio, soundtracks de una época. En la caja de uno, encontré ese papelito, que una bloggera destacada en mis links, visita ilustre de este blog, sin duda reconocerá. Aunque ya tengo ambas obras en versión cedé, estos casetes no los voy a botar jamás. Lástima que no encontré el de Baglioni que, con su hojita de arce japonés en la caja, merecía el lugar destacado en esta foto.
Pero, aunque no añoro los casetes, he sido incapaz, todavía, de echar a la basura toda esa cantidad de cintas de color ferruginoso que duermen en sus estupendas valvas de plástico… a pesar de que apenas tengo un aparato donde oírlas.
Tuesday, July 25, 2006
Sunday, July 16, 2006
Sunday, July 09, 2006
Monday, July 03, 2006
Watones Wasshones
La gordura no es parte de la hermosura. Ni es cierto aquello de que "el hombre, como el oso, cuanto más feo, más hermoso". Pero tengo mi galería personal de tipos osunos a los que hallo, pese a todo, muy wassshones.
Empecemos fuera de las fronteras: el minazo de Joaquin Phoenix no es, realmente, lo que diríamos un obeso, pero claramente, el hombre tiene y tendrá problemas para mantener la línea. Es mi primer clasificado entre los wasshones watones.
Sigamos en el extranjero: Toda la vida me he sentido irresistiblemente atraída por Robert Smith, con mechas paradas y labios rojos por el lápiz labial, voz negra y quebrada... y lo demás. Por supuesto, todo el mundo sabe que su físico "repuestito" se debe al exceso de cerveza... y bueno, probablemente se exceda también en otras cosas igualmente poco sanas y deliciosas.
Mijito rico, guasshito, que dios lo guarde en su santo reino.
Y si hasta ahora los tomates podridos me los han arrojado por razones como "de dónde sacaste que Phoenix es un watón", ahora sé que me llegarán en serio, con mi próximo seleccionado. En Shile, shile lindo, el primer lugar se lo doy a Titae Lindl, wasshón watón que está más rico que el pan con shansho. Es que mirenló con la pasión y el (admitamos que poco) pelo sobre la frente, agarrado a ese contrabajo. Titae, no tengo idea de cuál es tu situación sentimental, pero avisa si estay disponible, wasshito, mijito rico.
Firma, tu eterna admiradora, la Señora Interesante.
Termino mi selección con un tipo de quien no pude encontrar ninguna foto, pero que creo que aunque alto y espigado, era en sus tiempos un gallardo "guardián de la sandía" que pudo estar en este ranking personal. Los dejo con una canción de su factoría: "El Frío Misterio", de don Carlos Cabezas; en mi opinión, el mejor tema que ha producido hasta ahora el pop nacional.
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(Ay no, sáquenme el diablo del cuerrrzpoh...)
Empecemos fuera de las fronteras: el minazo de Joaquin Phoenix no es, realmente, lo que diríamos un obeso, pero claramente, el hombre tiene y tendrá problemas para mantener la línea. Es mi primer clasificado entre los wasshones watones.
Sigamos en el extranjero: Toda la vida me he sentido irresistiblemente atraída por Robert Smith, con mechas paradas y labios rojos por el lápiz labial, voz negra y quebrada... y lo demás. Por supuesto, todo el mundo sabe que su físico "repuestito" se debe al exceso de cerveza... y bueno, probablemente se exceda también en otras cosas igualmente poco sanas y deliciosas.
Mijito rico, guasshito, que dios lo guarde en su santo reino.
Y si hasta ahora los tomates podridos me los han arrojado por razones como "de dónde sacaste que Phoenix es un watón", ahora sé que me llegarán en serio, con mi próximo seleccionado. En Shile, shile lindo, el primer lugar se lo doy a Titae Lindl, wasshón watón que está más rico que el pan con shansho. Es que mirenló con la pasión y el (admitamos que poco) pelo sobre la frente, agarrado a ese contrabajo. Titae, no tengo idea de cuál es tu situación sentimental, pero avisa si estay disponible, wasshito, mijito rico.
Firma, tu eterna admiradora, la Señora Interesante.
Termino mi selección con un tipo de quien no pude encontrar ninguna foto, pero que creo que aunque alto y espigado, era en sus tiempos un gallardo "guardián de la sandía" que pudo estar en este ranking personal. Los dejo con una canción de su factoría: "El Frío Misterio", de don Carlos Cabezas; en mi opinión, el mejor tema que ha producido hasta ahora el pop nacional.
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(Ay no, sáquenme el diablo del cuerrrzpoh...)
Wednesday, June 14, 2006
Kala
Hoy hace seis años que me encontré de pronto sosteniendo a ese pequeño cachorro de hombre en mis brazos.
Sabía entonces tan pocas cosas acerca de lo que necesitaba ese extraño tarmangani que más de una vez sentí que la tarea que me había echado en los hombros era demasiado grande para esta pobre gorila. Pero he confiado en mi instinto, y en que la naturaleza ha puesto todas las cosas en su lugar para que estén a la mano cuando se las necesita.
Sigo sintiendo que sé muy poco acerca de los cachorritos humanos, pero al menos, ya nos conocemos y creo que, hasta ahora, las cosas nos han salido harto bien.
Feliz cumpleaños, mi hombrecito; mi amor, mi hijo querido.
Sabía entonces tan pocas cosas acerca de lo que necesitaba ese extraño tarmangani que más de una vez sentí que la tarea que me había echado en los hombros era demasiado grande para esta pobre gorila. Pero he confiado en mi instinto, y en que la naturaleza ha puesto todas las cosas en su lugar para que estén a la mano cuando se las necesita.
Sigo sintiendo que sé muy poco acerca de los cachorritos humanos, pero al menos, ya nos conocemos y creo que, hasta ahora, las cosas nos han salido harto bien.
Feliz cumpleaños, mi hombrecito; mi amor, mi hijo querido.
Monday, June 12, 2006
Diosa
Lo que voy a decir carece de sentido, pero ahí va:
Ser mamá me ha acercado a ese dios en el que no creo.
Quiero decir que me imagino un poco cómo podría funcionar la mente de dios, o mejor dicho: el amor de dios.
Dios no intervendría tanto como se le supone.
Como una madre desaprensiva, dejaría que sus criaturas se equivocaran y fueran eligiendo sus propios caminos, cometiendo sus propios desatinos.
Quisiera, con todo mi corazón, creer en Dios.
(Mientras ese momento llega, Nick Cave & the Bad Seeds.)
Ser mamá me ha acercado a ese dios en el que no creo.
Quiero decir que me imagino un poco cómo podría funcionar la mente de dios, o mejor dicho: el amor de dios.
Dios no intervendría tanto como se le supone.
Como una madre desaprensiva, dejaría que sus criaturas se equivocaran y fueran eligiendo sus propios caminos, cometiendo sus propios desatinos.
Quisiera, con todo mi corazón, creer en Dios.
(Mientras ese momento llega, Nick Cave & the Bad Seeds.)
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Wednesday, June 07, 2006
Don't come after
Tal vez se deba a que soy buza, pero quedé pegada con este video.
Y si tú eres como yo, te ha hechizado la canción y quieres desesperadamente saber de quién es el tema que acompaña esas imágenes.
Respuesta: Vangelis, "Ask the mountains". Canta Stina Nordenstam. Pero tienes que buscar la Single Version.
Acá, parte de la letra:
Don't come after
Don't come after
Don't come after
Come
Come
Come
Come
Don't come after
Don't come after
Please don't follow me along
When you read this I'll be gone
Ask the mountains
Springs and fountains
Why couldn't this go on?
Couldn't our happiness go on?
Ask the sun that lightens up the sky
When the night gives in, to tell you why
De nada.
Ah. Por alguna razón, tengo el impulso de dedicarle -o señalarle, más bien- este tema a Logan, reciente encuentro en la blogósfera. Saludos.
Y si tú eres como yo, te ha hechizado la canción y quieres desesperadamente saber de quién es el tema que acompaña esas imágenes.
Respuesta: Vangelis, "Ask the mountains". Canta Stina Nordenstam. Pero tienes que buscar la Single Version.
Acá, parte de la letra:
Don't come after
Don't come after
Don't come after
Come
Come
Come
Come
Don't come after
Don't come after
Please don't follow me along
When you read this I'll be gone
Ask the mountains
Springs and fountains
Why couldn't this go on?
Couldn't our happiness go on?
Ask the sun that lightens up the sky
When the night gives in, to tell you why
De nada.
Ah. Por alguna razón, tengo el impulso de dedicarle -o señalarle, más bien- este tema a Logan, reciente encuentro en la blogósfera. Saludos.
Saturday, June 03, 2006
Amor al primer contacto
No creo haber puesto nunca antes mis manos sobre uno de su clase. ES que, desde lejos, me producía desconfianza; me parecía tosco y rudo; creía que exigiría de mis dedos y de mis hombros una fuerza y un entrenamiento que no tenían.
Así que me llevé una sorpresa deliciosa cuando me crucé sobre una clavícula su correa y, al pulsar sus gruesas cuerdas, las sentí vibrar, blandas, casi cremosas, sobre los trastes del mástil.
El sonido se me perdía entre los acordes de la guitarra y los desmanes de la batería; traté de seguir la guitarra calculando los tonos más o menos por la posición de las manos del guitarrista.
Hicimos un par de ensayos. El guitarrista –primo dilecto– me indicó los tonos de un “ostinato” que repetí para un par de temas.
Toqué. Me resultó extremadamente fácil. Pude olvidarme a los pocos segundos de “tener que tocar”, para perderme en el sonido conjunto y disfrutar de “estar en el grupo”.
Supongo que ésa es la gracia del bajo: que puede ser un instrumento muy simple. Puede limitarse a cumplir su función y va a sonar bien. Fome, tal vez, pero bien.
Me pareció también que puedes aprenderlo en el acto mismo de ensayar con el grupo; es decir, sin necesidad de demasiadas horas perfeccionándote en solitario.
Y además… lo encontré rico, voluptuoso. Se acomodó como una mascota regalona colgando de mis hombros y me encantó su peso, su textura, su largo mástil, la amplitud de sus espacios entre los trastes. Adoré su sonido retumbando hacia arriba a lo largo de mi espina dorsal.
Me he vuelto a enamorar.
Así que me llevé una sorpresa deliciosa cuando me crucé sobre una clavícula su correa y, al pulsar sus gruesas cuerdas, las sentí vibrar, blandas, casi cremosas, sobre los trastes del mástil.
El sonido se me perdía entre los acordes de la guitarra y los desmanes de la batería; traté de seguir la guitarra calculando los tonos más o menos por la posición de las manos del guitarrista.
Hicimos un par de ensayos. El guitarrista –primo dilecto– me indicó los tonos de un “ostinato” que repetí para un par de temas.
Toqué. Me resultó extremadamente fácil. Pude olvidarme a los pocos segundos de “tener que tocar”, para perderme en el sonido conjunto y disfrutar de “estar en el grupo”.
Supongo que ésa es la gracia del bajo: que puede ser un instrumento muy simple. Puede limitarse a cumplir su función y va a sonar bien. Fome, tal vez, pero bien.
Me pareció también que puedes aprenderlo en el acto mismo de ensayar con el grupo; es decir, sin necesidad de demasiadas horas perfeccionándote en solitario.
Y además… lo encontré rico, voluptuoso. Se acomodó como una mascota regalona colgando de mis hombros y me encantó su peso, su textura, su largo mástil, la amplitud de sus espacios entre los trastes. Adoré su sonido retumbando hacia arriba a lo largo de mi espina dorsal.
Me he vuelto a enamorar.
Thursday, June 01, 2006
Monday, May 29, 2006
Friday, May 26, 2006
Friday, May 19, 2006
Lolita, "te voy a dedicarte" un tema...
A raíz de los comentarios del post anterior, me permito afirmar con cierta desazón que sí, que pese a que gente llena de mierda hay en todos los géneros, razas, condiciones y edades, encontrar pareja es más duro para las mujeres desde cierta edad para arriba.
A todas esas lolas que están escuchándome en el ciberespacio, les voy a dedicar este tema de Aimee Mann. Métale volumen.
A todas esas lolas que están escuchándome en el ciberespacio, les voy a dedicar este tema de Aimee Mann. Métale volumen.
You look like a perfect fit
For a girl in need of a tourniquet
But can you save me?
Come on and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
'Cause I can tell
You know what it's like
The long farewell of the hunger strike
But can you save me?
Come on and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
You struck me down like radium
Like Peter Pan or Superman
You will come to save me
C'mon and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
'Cept the freaks
Who suspect they could never love anyone
But the freaks
Who suspect they could never love anyone
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For a girl in need of a tourniquet
But can you save me?
Come on and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
'Cause I can tell
You know what it's like
The long farewell of the hunger strike
But can you save me?
Come on and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
You struck me down like radium
Like Peter Pan or Superman
You will come to save me
C'mon and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone
'Cept the freaks
Who suspect they could never love anyone
But the freaks
Who suspect they could never love anyone
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Tuesday, May 16, 2006
Amar en la oscuridad
Encontrar el verdadero amor siempre es un problema. Peor si estás en una edad en que el mercado empieza a hacerse muy reducido: probablemente, los tipos aceptables con que una se topa ya estén comprometidos y si, por el contrario, están disponibles, seguro que es porque están muy ré cagados.
Hay un chiste al respecto, que compara a los hombres con los baños públicos: están todos ocupados, y los que no, están demasiado llenos de mierda. Pero, menos escatológicamente, puede decirse que una se siente sola y rodeada de oscuridad, como a cientos de metros de profundidad en el oscuro océano.
Bueno, hay especies distintas del homo sapiens que, en esas exactas condiciones, han resuelto, a su manera, el problema.
En cierta especie de peces abisales, el macho nace sin sistema digestivo y con un olfato poderoso. Tiene que localizar a una hembra, y rápido, para poder sobrevivir, ya que no es capaz de alimentarse en forma independiente. Cuando encuentra a la hembra, la muerde en el costado y, mediante una cierta enzima, funde el tejido de su boca con el del costado de la hembra. Poco a poco, se funden hasta compartir la irrigación sanguínea, y el macho se termina por convertir en poco más que una bolsa de testículos, que liberan el esperma en el momento apropiado. Es lo que se llama “parasitismo sexual”.
Transcribo una cita extraída de “Scientific American”, atribuida al naturalista William Beebe: "To be driven by impelling odor headlong upon a mate so gigantic, in such immense and forbidding darkness, and willfully to eat a hole in her soft side, to feel the gradually increasing transfusion of her blood through one's veins, to lose everything that marked one as other than a worm, to become a brainless, senseless thing that was a fish--this is sheer fiction, beyond all belief unless we have seen the proof of it."
Podrían extraerse miles de metáforas y moralejas de estas raras conductas de los peces. Yo sólo diré: ¡Háblenme de amores tortuosos!
Nota 1: Créditos de la imagen: Museum of Comparative Zoology, Harvard University. Por favor, fíjense en esa especie de aletita ventral que tiene el pez: no es una aletita ventral, es el macho.
Nota 2: A tod@s quienes, como yo, éramos un poquito nerds y soñábamos de chicos con ser naturalistas, recomiendo la página "Tree of life web project". Simplemente maravillosa.
Bueno, hay especies distintas del homo sapiens que, en esas exactas condiciones, han resuelto, a su manera, el problema.
En cierta especie de peces abisales, el macho nace sin sistema digestivo y con un olfato poderoso. Tiene que localizar a una hembra, y rápido, para poder sobrevivir, ya que no es capaz de alimentarse en forma independiente. Cuando encuentra a la hembra, la muerde en el costado y, mediante una cierta enzima, funde el tejido de su boca con el del costado de la hembra. Poco a poco, se funden hasta compartir la irrigación sanguínea, y el macho se termina por convertir en poco más que una bolsa de testículos, que liberan el esperma en el momento apropiado. Es lo que se llama “parasitismo sexual”.
Transcribo una cita extraída de “Scientific American”, atribuida al naturalista William Beebe: "To be driven by impelling odor headlong upon a mate so gigantic, in such immense and forbidding darkness, and willfully to eat a hole in her soft side, to feel the gradually increasing transfusion of her blood through one's veins, to lose everything that marked one as other than a worm, to become a brainless, senseless thing that was a fish--this is sheer fiction, beyond all belief unless we have seen the proof of it."
Podrían extraerse miles de metáforas y moralejas de estas raras conductas de los peces. Yo sólo diré: ¡Háblenme de amores tortuosos!
Nota 1: Créditos de la imagen: Museum of Comparative Zoology, Harvard University. Por favor, fíjense en esa especie de aletita ventral que tiene el pez: no es una aletita ventral, es el macho.
Nota 2: A tod@s quienes, como yo, éramos un poquito nerds y soñábamos de chicos con ser naturalistas, recomiendo la página "Tree of life web project". Simplemente maravillosa.
Monday, May 08, 2006
Cuidado con el mono
De todo hay en la viña del Señor. O en este campo de flores bordado. Pero entre sus productos más ridículos está Esteban González Araneda, el líder neonazi que se piteó a un cabro en el Persa Bío Bío.
Es experto en artes marciales y a la vez, la prueba viviente de que ese tipo de actividad deportiva puede producir, en ciertos individuos, perniciosos efectos sobre las células grises.
Un diario publica una foto en que aparece inclinado frente a una bandera nazi, mientras deja que le terminen de tatuar el escudo de Chile entre los omóplatos.
Todo lo que se ve es su espalda regordeta, con lunares y espinillas, y su cabeza de braquicéfalo, rapada, con la pelambrera cochambrosa e hirsuta de sus antepasados mestizos.
Pobre tipo. No se da cuenta de que en nombre de esa misma bandera frente a la que se está inclinando, en otra época y otro lugar, lo habrían gaseado sin contemplaciones. Por feo, por rasca, por poco ario.
Tampoco se da cuenta del evidente homoerotismo oculto tras el ideal apolíneo de una “raza pura”, ni de que andar en grupo, con armas, golpeando y acuchillando gente indefensa es cualquier cosa, menos un acto valeroso.
Es ridículo, es patético. Hasta podría haber sido gracioso, pero ya se sabe: los monos con cuchillo, sobre todo en banda, son peligrosos.
Es experto en artes marciales y a la vez, la prueba viviente de que ese tipo de actividad deportiva puede producir, en ciertos individuos, perniciosos efectos sobre las células grises.
Un diario publica una foto en que aparece inclinado frente a una bandera nazi, mientras deja que le terminen de tatuar el escudo de Chile entre los omóplatos.
Todo lo que se ve es su espalda regordeta, con lunares y espinillas, y su cabeza de braquicéfalo, rapada, con la pelambrera cochambrosa e hirsuta de sus antepasados mestizos.
Pobre tipo. No se da cuenta de que en nombre de esa misma bandera frente a la que se está inclinando, en otra época y otro lugar, lo habrían gaseado sin contemplaciones. Por feo, por rasca, por poco ario.
Tampoco se da cuenta del evidente homoerotismo oculto tras el ideal apolíneo de una “raza pura”, ni de que andar en grupo, con armas, golpeando y acuchillando gente indefensa es cualquier cosa, menos un acto valeroso.
Es ridículo, es patético. Hasta podría haber sido gracioso, pero ya se sabe: los monos con cuchillo, sobre todo en banda, son peligrosos.
Tuesday, May 02, 2006
Personaje incógnito I
Tengo dos personajes incógnitos que presentarles. El primero supongo que será más fácil.
Sepan eso sí que esta pequeña prueba a mis lectores va con trampa. Veamos si, sin utilizar Google, son capaces de identificarme este personaje incógnito.
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La trampa está, desde luego, en que al que sea capaz de identificarlo se le van a empezar a "caer las sotas" por las mangas de una manera...
Suerte!
Sepan eso sí que esta pequeña prueba a mis lectores va con trampa. Veamos si, sin utilizar Google, son capaces de identificarme este personaje incógnito.
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La trampa está, desde luego, en que al que sea capaz de identificarlo se le van a empezar a "caer las sotas" por las mangas de una manera...
Suerte!
Wednesday, April 26, 2006
Sunday, April 16, 2006
Dos chicos jugando a las escondidas
Me pasó lo que a mucha gente que vio la película: no poder sacársela de la cabeza fácilmente.
Salí con la impresión de que no era, después de todo –y según yo esperaba- una película tan romántica. Bueno, claro que lo es, pero más allá de eso, me pareció que era una película acerca del paso de los años. De cómo envejecer es, en cierto sentido, ver cerrarse las distintas puertas y ventanas por las que uno se puede escapar de la propia vida, de sus constreñimientos.
Pero todas estas ideas están en la Internet. Sin embargo, intuyo en la película algo más; algo que sentí emanar de una escena en la que Ennis y Jack, gritando, desafiándose mutuamente, corren en pelotas hasta el borde de un precipicio para saltar al agua del lago, algunos metros más abajo.
No era una escena romántica: se trataba sólo de un par de chicos haciendo travesuras. Un par de chicos en libertad total.
Es notable cómo, en las escenas sobre los encuentros de Jack y Ennis en la montaña Brokeback, el director elige mostrarnos, además de la pasión de los cuerpos, la camaradería masculina.
Es como el paraíso perdido de los machos que se casan. O, más bien, de los machos que se hacen adultos. El macho adulto tiene que aprender a administrar su salvajismo adolescente, su exceso de energía física, sus erecciones. Convertirse de “man” en “gentle – man”. Domesticar la testosterona.
Los hombres así adultos tienen pocos amigos íntimos. Digo pocos, porque no me atrevo a escribir que lisa y llanamente, no tienen amigos íntimos. Quiero decir, un amigo con el que te vayas, como hacen Ennis y Jack, a pasar el tiempo a una montaña. Hacer todo lo que ellos hacen... excepto tirar, claro. Y en una de ésas, también tirar.
Yo creo que esto es parte del costo de esa adultez-domesticación, y también, por supuesto, del horror al homoerotismo.
Pero me imagino que por ahí, en alguna parte del corazón, el macho animal doméstico añora un espacio para el libre ejercicio de una amistad preadolescente: un lugar físico y psíquico para desentumecerse, estirar los músculos, admirarse y encontrarse bellos en su masculinidad; libres incluso del deseo de la mujer, para que ni siquiera su hombría se defina en función de ellas.
Como cuando eran niños; cuando eran nada más que chicos jugando a las escondidas.
(Por cierto, la toma frontal de los chicos saltando al agua fue editada y en definitiva, sacada de la película.)
Salí con la impresión de que no era, después de todo –y según yo esperaba- una película tan romántica. Bueno, claro que lo es, pero más allá de eso, me pareció que era una película acerca del paso de los años. De cómo envejecer es, en cierto sentido, ver cerrarse las distintas puertas y ventanas por las que uno se puede escapar de la propia vida, de sus constreñimientos.
Pero todas estas ideas están en la Internet. Sin embargo, intuyo en la película algo más; algo que sentí emanar de una escena en la que Ennis y Jack, gritando, desafiándose mutuamente, corren en pelotas hasta el borde de un precipicio para saltar al agua del lago, algunos metros más abajo.
No era una escena romántica: se trataba sólo de un par de chicos haciendo travesuras. Un par de chicos en libertad total.
Es notable cómo, en las escenas sobre los encuentros de Jack y Ennis en la montaña Brokeback, el director elige mostrarnos, además de la pasión de los cuerpos, la camaradería masculina.
Es como el paraíso perdido de los machos que se casan. O, más bien, de los machos que se hacen adultos. El macho adulto tiene que aprender a administrar su salvajismo adolescente, su exceso de energía física, sus erecciones. Convertirse de “man” en “gentle – man”. Domesticar la testosterona.
Los hombres así adultos tienen pocos amigos íntimos. Digo pocos, porque no me atrevo a escribir que lisa y llanamente, no tienen amigos íntimos. Quiero decir, un amigo con el que te vayas, como hacen Ennis y Jack, a pasar el tiempo a una montaña. Hacer todo lo que ellos hacen... excepto tirar, claro. Y en una de ésas, también tirar.
Yo creo que esto es parte del costo de esa adultez-domesticación, y también, por supuesto, del horror al homoerotismo.
Pero me imagino que por ahí, en alguna parte del corazón, el macho animal doméstico añora un espacio para el libre ejercicio de una amistad preadolescente: un lugar físico y psíquico para desentumecerse, estirar los músculos, admirarse y encontrarse bellos en su masculinidad; libres incluso del deseo de la mujer, para que ni siquiera su hombría se defina en función de ellas.
Como cuando eran niños; cuando eran nada más que chicos jugando a las escondidas.
(Por cierto, la toma frontal de los chicos saltando al agua fue editada y en definitiva, sacada de la película.)
Wednesday, April 05, 2006
¿Quién inventó el astrolabio?
Esta página reúne breves reseñas biográficas de mujeres que alcanzaron algún reconocimiento en el área de las matemáticas. Los textos, además de breves, son evidentes traducciones de otro idioma -probablemente del inglés- así que hay que leerlos con cierto tipo de benevolencia, pero vale la pena hacerlo.
Impresionan los pequeños vistazos que se nos dan acerca de las vidas de esas mujeres: De una, por ejemplo, se nos dice que su trabajo permaneció muchos años ignorado, pero que habría sido la primera persona que entendió lenguajes de computadora y programación. De otra, se nos informa que durante su vida recibió el premio "Hombre del Año en las Ciencias de Cómputos", otorgado por la Data Processing Management Association (el subrayado irónico es mío).
Otra, logró milagrosamente dedicarse a estudiar matemáticas y cuidar de sus ¡veinte! hermanos, ya que nunca se casó (ahí sí que habría sido imposible para ella publicar el libro en que describe una cierta "curva de plano cúbico", supongo). Otra más, fue traicionada por su tutor, quien dijo a todo el mundo que el libro de física que ella acababa de publicar en realidad no era de su autoría. Cuando se arrepintió y confesó la verdad, ya era tarde: Emilie había muerto.
Muchas de estas biografías dan cuenta de muertes tempranas. La peor fue, sin duda, la de Hipatia: Matemática brillante, inventora del astrolabio, directora ni más ni menos que del Museo al que pertenecía la Biblioteca de Alejandría; en fin, mujer educada, en uno de los peores siglos para haberlo sido, concentró el odio de una turba de fanáticos religiosos que consideró que su saber era pagano. Al negarse ella a convertirse a la nueva fe, la mataron separando su carne de sus huesos con el filo de conchas marinas.
Poco después, estas mismas gentes quemaron la Biblioteca de Alejandría.
Impresionan los pequeños vistazos que se nos dan acerca de las vidas de esas mujeres: De una, por ejemplo, se nos dice que su trabajo permaneció muchos años ignorado, pero que habría sido la primera persona que entendió lenguajes de computadora y programación. De otra, se nos informa que durante su vida recibió el premio "Hombre del Año en las Ciencias de Cómputos", otorgado por la Data Processing Management Association (el subrayado irónico es mío).
Otra, logró milagrosamente dedicarse a estudiar matemáticas y cuidar de sus ¡veinte! hermanos, ya que nunca se casó (ahí sí que habría sido imposible para ella publicar el libro en que describe una cierta "curva de plano cúbico", supongo). Otra más, fue traicionada por su tutor, quien dijo a todo el mundo que el libro de física que ella acababa de publicar en realidad no era de su autoría. Cuando se arrepintió y confesó la verdad, ya era tarde: Emilie había muerto.
Muchas de estas biografías dan cuenta de muertes tempranas. La peor fue, sin duda, la de Hipatia: Matemática brillante, inventora del astrolabio, directora ni más ni menos que del Museo al que pertenecía la Biblioteca de Alejandría; en fin, mujer educada, en uno de los peores siglos para haberlo sido, concentró el odio de una turba de fanáticos religiosos que consideró que su saber era pagano. Al negarse ella a convertirse a la nueva fe, la mataron separando su carne de sus huesos con el filo de conchas marinas.
Poco después, estas mismas gentes quemaron la Biblioteca de Alejandría.
Sunday, April 02, 2006
Dónde almorzar en Nehuentúe
Al norte de Puerto Saavedra, y tras cruzar en balsa el río Imperial, se llega al pueblo de Nehuentúe. Quería llegar, porque unas chicas que recogí en el camino me habían dicho que el mejor lugar para almorzar en toda la zona, era la casa de una señora, en la primera calle de Nehuentúe luego de cruzar el río.
Mi primer intento fracasó: la balsa estaba temporalmente detenida al otro lado del río. Seguramente, era hora de almorzar también para el balsero.
Opté por devolverme en dirección a Carahue y tomar en Tranapuente el desvío a Nehuentúe. Pero cuando me encontré en el camino de ripio, apareció una salida hacia Nehuentúe, sospechosamente, hacia el oriente; según yo, era el lado equivocado para tomar hacia la costa.
Desconfié; seguí andando, me entusiasmé con el camino, y me imaginé llegando a almorzar a Tirúa.
Pero el camino era pesado. Además, era la tercera vez en mi vida que manejaba una camioneta, y no me atrevía a andar a más de sesenta kilómetros por hora: después de todo, soy una mamá en serio, lo que supone andar con cuidado sobre todo en este tipo de aventuras unipersonales.
Así que cuando apareció un caminito que decía "La Lobería ", me desvié hacia la costa.
Me imaginaba una caleta de pescadores y, en el mejor de los casos, un restaurante donde comer un pescado frito. En el peor de los casos, un puestito donde comprar unas almejas y un limón.
Pero no había nada de eso. De hecho, después de un espectacular camino de tierra roja y amarilla, serpenteante entre los bosques, me encontré en un caserío donde no andaba un alma.
Avancé con cuidado, acercándome a la playa. Los únicos seres vivos eran unas vacas y unos chanchos paciendo descuidados. El lugar estaba rodeado de cerros, todos de un increíble verde esmeralda, con manchones oscuros correspondientes a arboledas.
Llegué al fin del camino, que terminaba en una caída de unos tres metros sobre la arena. Detuve la camioneta y me bajé a mirar… la playa era increíble: un pedazo de cerro se internaba un poco sobre la arena, donde el viento y el mar habían formado un portal de roca.
A esas alturas, la cámara funcionaba a regañadientes: las pilas estaban descargadas, y el truco de frotarlas o cambiarlas de lugar, estaba dejando de funcionar.
Después de un rato, desanduve camino hasta un pequeño desvío que indicaba “a Coi Coi”. El camino estaba interrumpido por un portón, que tenía un letrero que decía “Siga adelante, sólo cierre el portón”. El portón era pesadísimo; me herí una mano al moverlo.
Cuando, pocos metros más allá llegué a la playa, había bastante más gente: un grupo de pescadores de un club de pesca de Nueva Imperial. Conversé con ellos unas pocas palabras. De su pesca, sólo pude reconocer un tollo tremendo que traía en vilo un tipo que se acercaba desde la playa.
Estuve poco rato ahí; me sentía un bicho extraño: mujer, sola, santiaguina, en una camioneta arrendada, llegada de casualidad por ahí… Así que emprendí el camino de vuelta.
Esta vez tomé la salida a Nehuentúe de la que había desconfiado antes, que primero me llevó hacia Tranapuente y después, por una preciosa costanera paralela al río, me dejó en Nehuentúe. O más bien, en el brazo de río que había que cruzar en balsa para llegar hasta Moncul. Habría intentado ese cruce, pero el letrero que lo anunciaba advertía que sólo debían cruzar vehículos con tracción en las cuatro ruedas.
Por fin, pues, había llegado a Nehuentúe y al restaurante recomendado. Llegué a eso de las cuatro de la tarde: según las chicas que me lo recomendaron, a la hora de almuerzo se llenaba, así que finalmente, fue bueno haber llegado más tarde para no tener que esperar, pero entonces ya no les quedaba róbalo, sino sólo pejerreyes.
Almorcé cuatro pejerreyes fritos con arroz, y ensalada de tomates con cebolla. De postre, cortesía de la casa, me ofrecieron frambuesas con crema. Terminé con un café epresso. El opíparo almuerzo salió por la módica cifra de dos mil quinientos pesos. Habría fotografiado el plato y el lugar, pero la cámara ya había dejado de atender mis ruegos.
En todo caso, el lugar se llama Restaurant Moll’s y es una casa de madera, habilitada para servir comidas, limpia, hogareña, atendida por sus propios dueños.
Absolutamente recomendable.
Mi primer intento fracasó: la balsa estaba temporalmente detenida al otro lado del río. Seguramente, era hora de almorzar también para el balsero.
Opté por devolverme en dirección a Carahue y tomar en Tranapuente el desvío a Nehuentúe. Pero cuando me encontré en el camino de ripio, apareció una salida hacia Nehuentúe, sospechosamente, hacia el oriente; según yo, era el lado equivocado para tomar hacia la costa.
Desconfié; seguí andando, me entusiasmé con el camino, y me imaginé llegando a almorzar a Tirúa.
Pero el camino era pesado. Además, era la tercera vez en mi vida que manejaba una camioneta, y no me atrevía a andar a más de sesenta kilómetros por hora: después de todo, soy una mamá en serio, lo que supone andar con cuidado sobre todo en este tipo de aventuras unipersonales.
Así que cuando apareció un caminito que decía "
Me imaginaba una caleta de pescadores y, en el mejor de los casos, un restaurante donde comer un pescado frito. En el peor de los casos, un puestito donde comprar unas almejas y un limón.
Pero no había nada de eso. De hecho, después de un espectacular camino de tierra roja y amarilla, serpenteante entre los bosques, me encontré en un caserío donde no andaba un alma.
Avancé con cuidado, acercándome a la playa. Los únicos seres vivos eran unas vacas y unos chanchos paciendo descuidados. El lugar estaba rodeado de cerros, todos de un increíble verde esmeralda, con manchones oscuros correspondientes a arboledas.
Llegué al fin del camino, que terminaba en una caída de unos tres metros sobre la arena. Detuve la camioneta y me bajé a mirar… la playa era increíble: un pedazo de cerro se internaba un poco sobre la arena, donde el viento y el mar habían formado un portal de roca.
A esas alturas, la cámara funcionaba a regañadientes: las pilas estaban descargadas, y el truco de frotarlas o cambiarlas de lugar, estaba dejando de funcionar.
Después de un rato, desanduve camino hasta un pequeño desvío que indicaba “a Coi Coi”. El camino estaba interrumpido por un portón, que tenía un letrero que decía “Siga adelante, sólo cierre el portón”. El portón era pesadísimo; me herí una mano al moverlo.
Cuando, pocos metros más allá llegué a la playa, había bastante más gente: un grupo de pescadores de un club de pesca de Nueva Imperial. Conversé con ellos unas pocas palabras. De su pesca, sólo pude reconocer un tollo tremendo que traía en vilo un tipo que se acercaba desde la playa.
Estuve poco rato ahí; me sentía un bicho extraño: mujer, sola, santiaguina, en una camioneta arrendada, llegada de casualidad por ahí… Así que emprendí el camino de vuelta.
Esta vez tomé la salida a Nehuentúe de la que había desconfiado antes, que primero me llevó hacia Tranapuente y después, por una preciosa costanera paralela al río, me dejó en Nehuentúe. O más bien, en el brazo de río que había que cruzar en balsa para llegar hasta Moncul. Habría intentado ese cruce, pero el letrero que lo anunciaba advertía que sólo debían cruzar vehículos con tracción en las cuatro ruedas.
Por fin, pues, había llegado a Nehuentúe y al restaurante recomendado. Llegué a eso de las cuatro de la tarde: según las chicas que me lo recomendaron, a la hora de almuerzo se llenaba, así que finalmente, fue bueno haber llegado más tarde para no tener que esperar, pero entonces ya no les quedaba róbalo, sino sólo pejerreyes.
Almorcé cuatro pejerreyes fritos con arroz, y ensalada de tomates con cebolla. De postre, cortesía de la casa, me ofrecieron frambuesas con crema. Terminé con un café epresso. El opíparo almuerzo salió por la módica cifra de dos mil quinientos pesos. Habría fotografiado el plato y el lugar, pero la cámara ya había dejado de atender mis ruegos.
En todo caso, el lugar se llama Restaurant Moll’s y es una casa de madera, habilitada para servir comidas, limpia, hogareña, atendida por sus propios dueños.
Absolutamente recomendable.
Tuesday, March 14, 2006
Paréntesis espaciotemporal
Estoy lejos, trabajando. Con poquísimo tiempo para el blog. Robo unos minutos del trabajo para escribir esta entrada, para agradecer las visitas y para avisar que les estoy leyendo aunque dudo que tenga tiempo de comentarles.
También he habilitado la verificación de palabras, atendido que parece que en alguna parte de la blogósfera se piensa que nuestras vidas sexuales necesitan de algún "improvement".
Saludos...
También he habilitado la verificación de palabras, atendido que parece que en alguna parte de la blogósfera se piensa que nuestras vidas sexuales necesitan de algún "improvement".
Saludos...
Tuesday, March 07, 2006
Huevos revueltos
Puede ser una odisea encontrar cerca de mi oficina un lugar donde vendan huevos revueltos. Hoy con el bajón de hambre de las 11 de la mañana, salí parpadeando al sol de la calle, y tuve que preguntar en tres locales antes de encontrar un restaurante donde prepararan huevos revueltos. Antes de contestar, la tipa echó una mirada al reloj de pared, como esperando la aprobación de su dios, y sólo después me contestó que sí, que podían prepararme unos huevos revueltos, con pan tostado y un té.
Qué raro fue que fuera raro salir a pedir huevos revueltos a las 11 de la mañana. Sospecho que se debe a la campaña concertada de desprestigio hacia los huevos revueltos. Pero la gente no debe dejarse engañar: Se trata de un vil complot, un castillo de naipes elevado sobre débiles calumnias. Debemos defender a los huevos revueltos. Dejemos que las instituciones funcionen, disopando cualquier duda, pero no dejemos de exigir huevos revueltos a las 11 de la mañana. Sólo así, finalmente, se impondrá la verdad y se hará justicia a los maravillosos huevos revueltos.
Thursday, March 02, 2006
Manía en acción
Cuando hablé de mis manías, conté aquello de los lápices de tinta china. Bueno. Opera a estos niveles:
Encontrábame yo estudiando unas carpetas, y decidí que debía tomar algunos apuntes.
Empecé a buscar mi rapidograph. No estaba en la cartera. Tampoco en los bolsillos de las chaquetas, ni en las carpetas a mi alrededor.
Mi desazón empezó a crecer, cuando de pronto, ¡iluminación! El rápido está en la carpeta naranja, ésa que dejé en el auto porque no la iba a necesitar...
Mandé a mi secretaria al estacionamiento a buscar la carpeta. Seguramente ella está convencida de que me trajo unos documentos tremendamente importantes: me dio vergüenza darle a entender que, en verdad, lo único que me interesaba de ese legajo era el lapicito, inocentemente insertado en el lomo de la carpeta naranja.
Lo sé; estoy cagá...
Encontrábame yo estudiando unas carpetas, y decidí que debía tomar algunos apuntes.
Empecé a buscar mi rapidograph. No estaba en la cartera. Tampoco en los bolsillos de las chaquetas, ni en las carpetas a mi alrededor.
Mi desazón empezó a crecer, cuando de pronto, ¡iluminación! El rápido está en la carpeta naranja, ésa que dejé en el auto porque no la iba a necesitar...
Mandé a mi secretaria al estacionamiento a buscar la carpeta. Seguramente ella está convencida de que me trajo unos documentos tremendamente importantes: me dio vergüenza darle a entender que, en verdad, lo único que me interesaba de ese legajo era el lapicito, inocentemente insertado en el lomo de la carpeta naranja.
Lo sé; estoy cagá...
Monday, February 27, 2006
Thursday, February 23, 2006
La tarea: tarde, pero por fin.
Manías, o mejor dicho, rarezas de la Señora Interesante, por encargo de Matt:
- No usar el reloj todo el tiempo en la misma muñeca: por un tema de "energías", tengo que cambiarlo cuando "siento" que ya lleva mucho en el mismo brazo. Esa "sensación" se percibe como un cosquilleo especial en la muñeca. Lo sé: Neuras de una, nomás. Y también me imagino que alguno piensa que el cambio obedece a la necesidad de peinar las muñecas alternadamente.
- Acostarme sobre el lado izquierdo para, cuando estoy a punto de dormirme, cambiar a la posición opuesta. La idea, en este caso, es no dormir aplastando el corazón, porque una tiene pesadillas. Y esto, señores, no es neura.
- Escribir de preferencia con utensilios que sean capaces de manejar tinta china: un rapidograph -pero no de los desechables, que no usan tinta china- o una Art Pen - aunque ultimamente he optado por el rapidograph: la Art Pen permite la tinta china, pero con dificultades.
- Negarme, hasta las últimas consecuencias, a usar el MSN Messenger: mis amigos online, por suerte, me aprecian lo bastante como para descargar -algunas veces, sólo por mí- el Yahoo Messenger.
- "Cada individuo es un milagro, una casualidad, una coincidencia de infinitesimales posibilidades y, por ende, único e irrepetible." La manía, en este caso, consiste en extender esta idea a las baratas, moscas y hormigas y, en realidad, a todo bicho o criatura perceptible al ojo desnudo, con desastrosas consecuencias para mi vida práctica. Reconozco, eso sí, que este verano me he relajado, y que a mis manos ha muerto algún centenar de hormigas que estaban en el lugar y momento equivocados.
Me costó encontrar estas manías o rarezas, pero no fue porque yo tenga pocas; lo difícil fue escoger las más líricas y presentables públicamente. Las otras, las inconfesables, se quedarán conmigo e, idealmente, me las llevaré a la tumba.
Delego ahora la tarea en estas personas, elegidas porque tengo la impresión de que no les ha llegado la tarea: Renata, Jazz, Gattopardo, Artista Integral y Ass2006, que me comentó en el post anterior (sí, ya sé que éste no es un personaje real, sino una especie de spam commenter, o como diablos se llame, pero estoy segura de que, con mayor razón, es un maniático de tomo y lomo, un obsesivo-compulsivo).
Monday, February 06, 2006
Por qué no hay que meterse en explicaciones teológicas con niños de cinco años
Wednesday, February 01, 2006
La ira
El 30 de enero, un tipo que venía de la costa por la Autopista del Sol chocó a más de 150 km por hora a un auto que estaba estacionado fuera de la calzada.
El hombre, de 34 años, iba tan borracho que se salió de la pista impactando al otro vehículo, tripulado por una familia con dos hijos. Murió uno de los niños.
Un niñito tibio de apenas diez años.
Sus padres y hermano quedaron con heridas graves. Habían salido de Santiago, de vacaciones.
El conductor, en cambio, sólo resultó con lesiones leves. En su auto todavía estaban las latas de cerveza de su carrete de la noche anterior.
Me imagino que ese tipo -demasiado tarde, desde luego- está arrepentido de su desmán, y puede que hasta se agarre la cabeza a dos manos y piense "¿por qué no me morí yo?"
Pues bien: si es así, quiero que sepas, desgraciado, que estoy de acuerdo contigo. ¿Por qué no te moriste tú?
De hecho, ojalá te murieras, imbécil; maldito borracho.
El hombre, de 34 años, iba tan borracho que se salió de la pista impactando al otro vehículo, tripulado por una familia con dos hijos. Murió uno de los niños.
Un niñito tibio de apenas diez años.
Sus padres y hermano quedaron con heridas graves. Habían salido de Santiago, de vacaciones.
El conductor, en cambio, sólo resultó con lesiones leves. En su auto todavía estaban las latas de cerveza de su carrete de la noche anterior.
Me imagino que ese tipo -demasiado tarde, desde luego- está arrepentido de su desmán, y puede que hasta se agarre la cabeza a dos manos y piense "¿por qué no me morí yo?"
Pues bien: si es así, quiero que sepas, desgraciado, que estoy de acuerdo contigo. ¿Por qué no te moriste tú?
De hecho, ojalá te murieras, imbécil; maldito borracho.
Monday, January 23, 2006
La soledad
Siempre he considerado injusto para la mujer que nunca haya estado sola en este mundo. Adán tuvo un tiempo, corto o largo, en el que pudo pasear libremente por una tierra pacífica, fértil, entre los animales, en plena posesión y dominio de lo creado por Dios; la mayoría de los hombres nacen ya con el recuerdo de aquel período de nuestro primer padre; en cambio, Eva, la pobre Eva, se encontró con que Adán ya vivía en el Paraíso Terrenal, y desde el primer momento tuvo que someterse a la voluntad del varón.
(Isak Dinesen; Siete Cuentos Góticos).
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